Ejemplos de cubierta de tres bandas onduladas solapadas que se asientan en la parcela sobre sistema estructural arquitectura
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La cubierta nace como la respuesta del hombre a la necesidad de protegerse del ambiente, de los agentes climatológicos, la lluvia, el viento, la temperatura... Es, pues, el gesto más primitivo de la arquitectura, el de techar un espacio. Al hablar de la historia de la cubierta podríamos estar hablando de la historia de la arquitectura. Además, la inclinación de la misma responde a un problema meramente funcional. Su fundamento, completamente racional, se basa en que la misma geometría de la cubierta es la que permite la evacuación de las aguas. Se produce así de la forma más fácil y rápida, impidiendo que se estanquen en ella, con los consiguientes problemas de filtraciones.
La cubierta inclinada ha estado siempre presente en la historia de la arquitectura. Sin embargo, con la llegada del Movimiento Moderno, se produce una ruptura con la tradicionalidad que se verá reflejada también en la cubierta, apostando por formas cúbicas y cubierta plana. El llamado “Estilo Internacional” propone un modo de construir basado en la homogeneidad tanto material, como formal y constructiva. Una nueva forma de proyectar dentro de un mundo que se estaba universalizando. No obstante, como comprobaremos en el desarrollo del trabajo, esta ruptura es tan sólo aparente. Siempre existen figuras que apuestan por una humanización de la arquitectura moderna, como es el caso de Alvar Aalto.
Hoy en día se cuenta con la suficiente tecnología como para impedir la entrada de agua sin necesidad de recurrir a la inclinación de la cubierta. No obstante, el uso de la misma ha experimentado un nuevo auge, a pesar de la pretendida ruptura del Movimiento Moderno. Parte de este desarrollo ha tenido que ver con la posibilidad de aprovechamiento del espacio bajo cubierta, que antiguamente se utilizaba principalmente como cámara de aire ventilada. La posibilidad de ocupación de este lugar ofrece un mayor abanico de posibilidades espaciales en el interior del edificio. La cubierta inclinada, en definitiva, aunque no permite el aprovechamiento del espacio exterior, aporta numerosas ventajas, que desarrollaremos en el estudio de su uso en la arquitectura contemporánea.
Imagen 1: Centro de la comunidad judía en Trenton, Louis Kahn.
JUANES ARNAL, ROSA 5
TRABAJO FINAL DE GRADO ETSAV - UPV 2015 LA CUBIERTA INCLINADA EN LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA
DESARROLLO
1. Antecedentes.
El concepto de refugio
La arquitectura nace con el hábitat, y éste, con la cubierta. El primer problema al que se enfrenta cualquier muestra de arquitectura primitiva es la necesidad de techar para la protección frente a los agentes meteorológicos, condiciones climáticas... La construcción antigua y espontánea, sea iglú, cabaña de viña, tienda mongol, etc., es básicamente una cubierta.
Sin embargo, el refugio, en su concepción más básica, no es una invención humana; sino algo que buscamos instintivamente, como lo hacen todos los animales. Desde el principio de los tiempos el hombre ha tenido la necesidad de refugiarse y protegerse del medio, de los agentes climatológicos, de los animales, de otros hombres, etc.
Así pues, resulta imposible entre historiadores e investigadores llegar a un acuerdo sobre cuál sea el origen y la esencia misma de la arquitectura: el menhir, la cueva o la cabaña, cada uno de ellos representando el arte, el cobijo y la racionalidad construida.
El menhir
Se denomina menhir a todo monolito hincado verticalmente en el suelo. Si bien normalmente nos referimos a un producto de la obra del hombre, en un sentido más amplio podríamos incluir el árbol como menhir natural.
En cuanto al menhir propiamente dicho, tuvo su desarrollo en la Prehistoria. Éste se relaciona a su vez con el dolmen, monumento megalítico formado por una gran losa horizontal que se apoya sobre grandes piedras verticales. Un gran ejemplo de dolmen, cuya función arquitectónica seguimos percibiendo hoy en día, Stonehenge (en Salisbury, Gran Bretaña). Su círculo megalítico sigue representando todo cuanto de signo mitopoético puede contener la arquitectura. Aquí podemos establecer una primera voluntad de resguardo, un gesto sencillo con un gran trasfondo.
El menhir, con su voluntad comunicativa, forma parte intrínsecamente de la historia del hombre, y de la arquitectura. Uno de los ejemplos más importantes en la cultura oriental es la pirámide y el obelisco egipcios, monumentos funerarios o religiosos cuya forma y simbología siguen planteando importantes cuestiones al hombre contemporáneo. Por su parte, en la cultura occidental el obelisco también ha mantenido constante su presencia, desde el Imperio romano, la Roma barroca, o las grandes capitales de París, Londres, Madrid Washington.
La cueva
Como contraposición al menhir, encontramos la cueva. Mientras que el primero poseía capacidad comunicativa, lejos de poder ser habitado, la cueva representa la necesidad de protección, de cobijo, pero carente de significado a priori.
Israel Sánchez
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