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Respuestas a la pregunta
1. Los cuerpos de los animales son cosificados también
Ser cosificado significa que el propio cuerpo y la propia vida existen para el placer o beneficio de otros.
Como feministas, la mayoría de nosotras estamos acostumbradas a percibir la retórica de la cosificación cuando se trata de los cuerpos de mujeres en los medios. Por ejemplo, sabemos que las mujeres son reducidas, de forma habitual, a accesorios sensuales en historias protagonizadas por hombres. También somos conscientes de que las mujeres son violadas, golpeadas, acosadas y asesinadas de manera rutinaria, porque se nos ve como objetos para el placer de los hombres, en lugar de sujetos plenamente sintientes, capaces de experimentar nuestro propio placer.
2. Los cuerpos de los animales son utilizados para normalizar la cultura de la violación
Los animales tienen sexos. Las torturas infligidas a los animales, por consiguiente, serán específicas a su sexo y no sorprende que, para las hembras, su capacidad reproductiva determina, de manera abrumadora, cómo se controlará sus cuerpos.
La ganadería intensiva, pero también las medidas aplicadas en las granjas “felices”, institucionalizan el sexo forzado y sistemas violentos de opresión. La mayoría de los animales a los que se mata cada año son sacrificados a través del sistema de ganadería industrial. Las hembras sufren una vida de violaciones repetidas y embarazos perpetuos, y una vez exhaustas, se las mata
3. La violencia doméstica perjudica a los animales
En un artículo del New York Times, Diana S. Urban, representante demócrata de Connecticut, declaró que “el abuso hacia los animales es uno de los cuatro indicadores que los perfiladores del FBI utilizan para evaluar el potencial de comportamiento violento”.
Hay una clara correlación entre hacer daño a animales no humanos en la infancia y manifestar comportamientos violentos hacia seres humanos más adelante en la vida adulta.
La American Humane Association afirma que el 88% de los hogares donde hubo maltrato infantil, también se dio maltrato animal. Para las mujeres que buscan refugio en casas seguras, casi la mitad de estas declararon que sus parejas violentas les amenazaban con hacer daño a sus animales.
La correlación entre la violencia contra los niños y las mujeres y la violencia hacia los animales no humanos demuestra cómo el patriarcado perjudica a aquellos con menos poder.
4. La interseccionalidad debe incluir a todos los grupos oprimidos
Casi no existe un hilo de comentarios feministas en el que no se proclame por alguna parte algo como “¡Tratan mejor a los animales que a las mujeres!”. En otros lugares, se pueden encontrar expresiones como “un perro habría recibido más respeto que él”.
El lenguaje que rodea a los animales no humanos hace uso constante de una jerarquía moral que sugiere que ciertos cuerpos son más valiosos que otros, proponiendo en consecuencia que la situación de ciertos grupos es más importante o significativa que la de otros.
5. Nuestra sociedad también cuenta mentiras sobre los animales
La mayoría de nosotras, como feministas, ya sabemos que ciertos argumentarios culturales se utilizan para naturalizar comportamientos problemáticos.
Sabemos que pensar que “los hombres son así” es una forma de desviarse al evaluar por qué a los hombres se les permite salir impunes tras cometer comportamientos violentos o destructivos. Es más sencillo decir “es que los niños son naturalmente así” que reconocer que existen sistemas de género que producen cuerpos culturales que actúan de ciertas formas.