efecto del enojo en las arterias y la piel
Respuestas a la pregunta
Respuesta: te he puesto bastante selecciona lo importante
Todos nos enojamos de vez en cuando. La ira puede manifestarse ante cualquier provocación, donde es posible atacar verbal o físicamente a quienes nos molestan. Pero esta emoción, además de impactar en los que nos rodean, también repercute de forma negativa en nuestro organismo.
El enojo se basa en una función básica e instintiva de los seres humanos, que está encaminada a responder agresivamente ante posibles amenazas, y puede variar desde una leve irritación hasta la violencia desatada.
Al no controlar correctamente emociones como la ira, no sólo se afectan las relaciones sociales y personales, sino que también se generan consecuencias nocivas para la salud.
Lo que causa el enojo en el organismo
La ira o la agresividad en una persona provoca efectos directos en el funcionamiento del corazón, por eso también se considera que el estrés está fuertemente ligado a enfermedades cardiovasculares.
¿Qué sucede realmente en el organismo cuando estamos enojados? Estos son algunos de los efectos:
– Aumenta la presión sanguínea, lo que con el tiempo puede provocar el deterioro de las arterias.
– Se eleva el pulso cardiaco y se genera taquicardia.
– Aumenta la producción de sustancias químicas como la adrenalina, lo que altera el equilibrio natural del cuerpo.
– Se desequilibra el sistema inmunológico.
– Se provocan contracturas, dolores musculares y jaquecas.
– Se acelera la respiración, provocando que el corazón bombee con más intensidad.
– Aumenta el riesgo de padecer algunas enfermedades como gastritis, colitis y dermatitis.
Consejos para controlar la ira y cuidar la salud física y mental
El enojo es una reacción normal y defensiva del ser humano, que no permite ver con claridad la realidad del problema, lo que impide que se pueda solucionar. Sin embargo, hay ciertas técnicas que pueden ayudar a controlar de mejor forma las emociones y a enfrentar los momentos difíciles con más calma.
Tómate un tiempo para responder.
Siempre piensa lo que vas a decir y no actúes en forma instintiva. Si lo necesitas, retírate del lugar del problema, tómate un tiempo, respira profundo, recupera la tranquilidad y vuelve a enfrentar la situación.
Recurre a técnicas de relajación.
Respirar consciente y profundamente permite que relajes los músculos y te sientas más calmado. También es útil repetir frases positivas que ayuden a cambiar la actitud frente al problema.