Doy corona pero no contesten otra cosa que no sea de la tarea es para hoy ayuda por favor
En cubierta, Sofía y yo nos lanzamos a los juegos; un sube y baja, dos columpios y unos aros para las machincuepas. Sopla el viento salado y se mete debajo de nuestra falda, dentro de nuestra lusa. Sofía amenaza: “Me voy a vomitar”. Nos han dicho que no nos asomemos ni de chiste sobre la barandilla. Al rato mi hermana baja a la cabina, la travesía no le sienta. Me quedo sola en los aros. Mamá, desde su silla de lona platica con un vecino, muchos quieren hablarle, uno le acomoda un plaid sobre las piernas porque hace frío; ella ríe negando con la cabeza.
Ensarto mis patas en los dos aros y procuro impulsarme sin lograrlo; en esa desventurada postura, se acerca un niño de pantalón corto y calcetas hasta las rodillas:
— ¿Cómo te llamas?
Me cuesta mucho trabajo sacar mis patas de los aros.
—Mariana. ¿Y tú?
—Miguel Kores.
A partir de ese momento me sigue. Me mira en el comedor, en la cubierta. Me mira cuando bajo la escalinata. No me lo explico. Es a Sofía a la que siguen, por sus muecas, sus risajes, por cómo saca la lengua; pero ahora Sofía está demasiado mareada y la mayor parte del tiempo duerme en la cabina o bebe agua de limón y llora. Pide que el barco se dé la media vuelta. “Me quiero bajar”. Mamá no nos peina; a Sofía para no molestarla con jalones al trenzarle sus guedejas, a mí porque con tanto aire ni caso tiene. Tampoco se fija si nos cambiamos de ropa.
A ella la invitan a muchas cenas, a la mesa del capitán. Las reuniones se prolongan y Sofía y yo nos dormimos, la cabeza vuelta hacia el hierro verduzco del muro de la cabina para no ver el mar por la escotilla porque nos da miedo de que entre.
Al cuarto día, el niño Kores ya no me busca. Aunque no nos hablemos me gusta saber que me sigue. Cuando cesa su asedio empiezo a preguntarme dónde estará, qué hará; recuerdo sus ojos serios, sus calcetas, me voy tras de sus huellas y hasta me aventuro en el cuarto de máquinas donde está prohibido entrar.
En la noche le confío a mamá:
—Cuando él quería, yo no le hice caso, y ahora lo busco sin encontrarlo. ¿Es eso el amor?
Elena Poniatowska, La Flor de Lis, ERA, 1988
65.- Mariana encuentra inexplicable la actitud de Miguel Kores porque:
A. ? lo ha conocido en el barco
B. ? su mamá le hace poco caso
C. ? Sofía, Miguel y ella son amigos
D. ? piensa que Sofía es más atractiva
67. El texto se puede resumir en los siguientes términos:
A. ? Sofía en el mar está triste y aburrida
B. ? Mariana, la protagonista, se enfrenta a una nueva situación
C. ? Sofía es un niña enferma y preocupada
D. ? La madre de las niñas es una mujer alegre y confiada
saorychan23:
ayudddaaaaa
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Respuesta:
Como parte de un experimento realizado en Suecia fue perforado un ... En cubierta, Sofía y yo nos lanzamos a los juegos; un sube y baja, ... Me cuesta mucho trabajo sacar mis patas de los aros. ... ¿Y tú ? —Miguel Kores. A partir de ese momento me sigue. Me mira ... Me mira cuando bajo la escalinata.
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