Arte, pregunta formulada por juankarl7274, hace 2 meses

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Contestado por solangemalenahidalgo
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Como agua para chocolate está considerada una de las obras clásicas del realismo mágico, ese género de novela fantástica que consiguió colarse en los cánones generalistas. Como gran representante de su género, en esta novela de Laura Esquivel no encontraremos una magia como a la que estamos acostumbrados: no hay dragones, ni batallas, ni magos, ni seres extraños. En cambio, tenemos una magia sutil, detallista, puntual pero definitiva en la historia. Como agua para chocolate une dos géneros literarios: el costumbrismo, ya que nos sumerge en una familia mexicana de principios del siglo XX, y la fantasía, ya que la magia se entrelaza con la realidad y, sin ella, no habría historia. Tita nació en la cocina de su casa y esta es su refugio del mundo exterior. En la novela, Tita nos cuenta sus mejores doce recetas, aplicadas a los doce momentos más importantes de su vida. Veremos cómo se enamora locamente de Pedro, un muchacho del pueblo, pero cómo su madre Mamá Elena le prohíbe contraer matrimonio. Ni con Pedro ni con nadie, porque como ella es la joven de las tres hermanas, está destinada a quedarse soltera para poder cuidar de ella cuando sea mayor.

A lo largo de la novela asistiremos a todas las luchas que libra Tita frente a la tradición, a las expectativas de su familia y contra la voluntad de su madre, que le impide ser feliz. Tita quiere ser libre, aunque la tradición se lo impide. Pero, sobre todo, veremos el eterno amor que se profesan Tita y Pedro y cómo su relación varía a lo largo de los años.

Como agua para chocolate nos cuenta la historia de Tita desde el momento de su nacimiento, en la cocina de su casa, y la relación tan estrecha que hay entre ella y la cocina. Tita rebosa sentimientos y emociones, y tanto en sus mejores como en sus peores momentos, su huida es la cocina. Pero sin saberlo transfiere su fuerza a las recetas que prepara y que luego degustan su familia o los invitados. Así, en la boda de su hermana con Pedro, todos los comensales huyen de la casa enfermos, o tras una declaración de amor toda la familia se ve sumida en un furor sexual que son incapaces de apaciguar.  Como agua para chocolate es una historia de contrastes. El más profundo y visible es cómo la vida de Tita se define en base a lo que la tradición le manda ser y lo que ella desea ser. Tita quiere ser libre para poder ser feliz, pero su madre no le permite cumplir con sus sueños por el deseo egoísta de tener a alguien que la cuide cuando ella ya no pueda hacerlo sola. Tita ama a Pedro, y este decide casarse con su hermana Rosaura para estar cerca de Tita, condenándolos a los dos a pasar su vida juntos pero sin la posibilidad de tocarse. La vida de Pedro con Rosaura evoluciona, avanza, mientras Tita sigue condenada en la casa de su madre.  Otro de los contrastes es el amor y ternura con las que cocina Tita, comparado con el mundo brutal y trágico que se desarrolla en la casa y fuera de ella. Cada capítulo empieza con la explicación de una receta, cuya elaboración se irá mezclando con la trama; y destaca el cuidado, la ternura y la precisión con la que se elabora cada plato. La comida no solamente cubrirá una necesidad fisiológica, sino que es hilo conductor de reuniones sociales, celebraciones y duelo tras un desastre. Por las páginas de la novela aparecen doce recetas tradicionales mexicanas, tan detalladas y exuberantes que se hace imposible leer la mayor parte de los capítulos sin terminar con ganas de probar frijoles a la Tezcucana o saborear el azahar de la Rosca de Reyes. La cocina es delicada y detallista en contraste con el mundo exterior. La crueldad, la mala situación política y las injusticias de la tradición marcarán las vidas de los personajes. Tita enamorada de un hombre cercano pero inalcanzable, su madre tremendamente egoísta, los bandidos que arrasan la granja, su hermana Gertrudis huyendo de la tiranía de la familia y desapareciendo con los revolucionarios… El mundo interior de la casa es delicado, en base a detalles y anhelos. El mundo exterior es brutal, injusto e imponente.  Si no fuese por el poder mágico de la comida y alguna emoción más que sale de Tita y afecta a su entorno, Como agua para chocolate podría ser una novela costumbrista encuadrada en la revolución mexicana. Laura Esquivel no silencia ninguno de los elementos cotidianos de la familia, desde la tradición en las fiestas al acento más cerrado, en boca de Chencha, una de las cocineras de la casa. Sin embargo, la escritora no quiso hacer una saga familiar interminable y, aunque narra casi cuarenta años de la vida de Tita, decide centrarse solo en los momentos clave de esta. Por eso, frente a la ternura con la que está tratada la cocina, la familia de mujeres vive en un mundo cruel que no tendrá reparos en traerles desgracias y problemas: además de las disputas internas de la familia, sobrevivirán a robos, asaltos y enfermedad. Los personajes no tendrán apenas un momento de respiro.

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