Filosofía, pregunta formulada por nobiembrerubi, hace 1 año

dos aportes de la teoría fenomenológica al análisis de la realidad​

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Contestado por jaimesjazmin15
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Indicábamos que Schütz asume algunas nociones que vienen del campo de la fenomenología de Husserl, especialmente cuando incursiona en la idea de conciencia del actor, asignándole un carácter intencional. También toma las ideas de “intersubjetividad”, de “mundo de la vida” o Lebenswelt, de epogé y de alter ego. Todas ellas tienen particular importancia para la fenomenología8 y Schütz las utiliza con el propósito de estudiar algunos problemas que van más allá del estudio del “Yo”, como algo inmanente. En varias oportunidades, con un estilo original, Schütz incursiona en el tema de la conciencia para reorientarla en un sentido más amplio (sociológico). Algo semejante sucede cuando se refiere a su carácter intencional y/o trascendental, adentrándose, en estos casos, en el campo de la etnología o de la propia sociología. Cuando usa la idea de epogé, por ejemplo, hace un llamado al investigador, que también es un ego, con el propósito de que suspenda sus juicios personales. Recordemos que el observador debe tener presente que es portador de una carga cultural que forma parte de sí, a propósito de los diversos procesos de socialización de los cuales ha sido objeto y, si tiene la pretensión de conocer al “Otro”, no queda otra alternativa sino dejar de lado las categorías interpretativas que utiliza en el mundo cotidiano. En este punto, nos encontramos ante el fundamento de un conocimiento de carácter objetivo. El alter-ego, por su parte, constituye la objetivación del “Otro”, con el cual comparto el “mundo de la vida” y, en este contexto, debemos reconocer y aceptar que no pierde el carácter de Sujeto, de actor o de ego y, ambos, ego y alter-ego, pueden ser partícipes de diversas vivencias relacionales: por ejemplo, de tipo económicas, de carácter diplomáticas, de carácter social o cognoscitivas.

Al aceptar al “Otro” como alter-ego, particularmente en el campo de las relaciones cognoscitivas, él puede conocerme de la misma manera como puedo conocerlo. En esta dirección, Schütz propone la noción “Nosotros”, entendida como la posibilidad de interrelacionarnos socialmente: “Yo” y el “Otro”. En un sentido diferente, aquí también encontramos la posibilidad de establecer relaciones horizontales donde, entre otras exigencias, se respete la subjetividad que es propia de mi alter-ego. En el fondo, Schütz nos propone la noción de “intersubjetividad” para constituir el fundamento de la noción de “Nosotros”, claro está, sustentados en las ideas de ego y de alter-ego. En definitiva, (…) “la originalidad de Schütz se expresó en la unión de una filosofía fenomenológica con una ubicación del concepto mismo de realidad social”9.

Uno de los criterios interpretativos para realizar el estudio del “Yo de la conciencia” del “Otro” es mediante la idea de “reducción eidética”, propuesta por Husserl. Esta idea le sirve a Schütz para establecer una distinción entre criterios empíricos, frente a aquellos que presentan un carácter subjetivo. Con la idea de “reducción eidética”, Schütz se propone encontrar la esencia de ese “Yo”, para lo cual procede a incursionar en un campo claramente apriorístico. Esto último lleva a pensar que toma un camino que más tarde intentará abandonar y que –a nuestro juicio– lo logra, cual es, la idea de superar una epistemología de connotaciones metafísicas. Sin embargo, a diferencia de una concepción platónica, por ejemplo, Schütz aplica la “reducción eidética” con un sentido fenomenológico. Aun cuando reconoce la existencia del mundo de los objetos materiales supone (en ellos) una serie de características que no son parte factual de su existencia, por ejemplo, el observador puede aproximarse y vincularlos imaginariamente. Más aún, gracias a esta reducción es posible establecer relaciones –a prori– con otros objetos o fenómenos percibidos, de modo que esas relaciones a priori vienen a constituir un conjunto de características que son propias del objeto, sin desconocer que, también, posea otras cualidades, aún cuando éstas no sean esenciales. El eidos del objeto no necesariamente corresponde al objeto en su conjunto, también es posible proponer el eidos de cada una de las partes que lo constituyen, es decir, es posible hablar de la esencia de su color, de su tamaño e, incluso, de la percepción que tengo de él, por ejemplo.

Ahora, podemos afirmar que cuando Schütz utiliza la “reducción eidética” incursiona en el campo de la imaginación y, sin esconocer el mundo fáctico, procede a imaginar características esenciales de los objetos que constituyen ese mundo. De aquí, también, que el sentido apriorístico tenga como propósito no anclarse en el ámbito espacial y lo utilice, principalmente, para estudiar el significado que la mente le otorga a los objetos. Esto mismo nos permite señalar que Schütz cuando usa este método no incursiona en un camino metafísico, más bien, toma una dirección de carácter epistemológica (sociológica).

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