Donde se encuentra la otra mitad del medio ambiente?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La cultura ambiental ya no es una formalidad de buenos modales de Carreño, sino una actitud urgente. Cada día avanzamos en cuenta regresiva a un deterioro de progresión aritmética de nuestro planeta, debido a la desaforada deforestación, la incontrolada emisión de gases en la atmósfera y la acumulación y descontrol de los residuos sólidos.
Con frecuencia, registramos en la cotidianidad enorme cantidad de pequeñas acciones irresponsables que malogran los recursos naturales. Posiblemente, cuando incurrimos en ellas las percibimos como leves transgresiones que consideramos sin importancia. Lo que ignoramos es que, juntas, significan un enorme deterioro de nuestro planeta, y que van formando mentalidades laxas y, con ello, modos de comportamiento irresponsables con el medio ambiente.
Por eso los lechos de quebradas y ríos están invadidos de icopor, plástico y residuos tóxicos. Los parques, hechos para el encuentro, son lugares en los que depositamos cuanto desechamos; los desagües de las ciudades están a reventar, y los océanos han alcanzado niveles alarmantes de contaminación y peligro para la supervivencia de los seres vivos.
Es indudable que se han dado pasos importantes en este sentido, pero también que la tarea es todavía ambiciosa. Son muchas las organizaciones que tienen un trabajo de educación y reciclaje, y muchos los que han encontrado allí la forma de garantizar su economía familiar.
Vale pensar que, también, de acciones mínimas parte la posibilidad de conformar lentamente una disciplina de responsabilidad, cariño y cuidado de nuestro hábitat.
La formación de la cultura ambiental es de amplio espectro en los sujetos y entidades a quienes les incumbe. Su cometido va más allá de los proyectos escolares, de un requisito de graduación o de los requerimientos legales establecidos desde la Carta Magna; es una tarea interdisciplinaria, y no sólo de la escuela, que atañe a la condición más noble del ser humano: el cuidado de su planeta, que no es otra cosa que la casa de todos.
Pero la escuela tiene que hacer bien lo que le corresponde. A través de proyectos transversales, ojalá vinculados más a prácticas informales que a contenidos curriculares, es posible avanzar en la formación de una ciudadanía planetaria. Con pasión, optimismo y terquedad es preciso cambiar las formas ya naturalizadas de comportarnos con el medio donde vivimos, reinventar alternativas de conservación y sostenibilidad con sentido de solidaridad con las generaciones futuras.
No es, pues, ningún chiste eso de "la otra mitad del medio ambiente"; es la gran verdad que urge asumir. Esa otra mitad está en las cabezas de los seres humanos, en su nivel de empatía frente al planeta y la medida de su responsabilidad con los recursos naturales; está en la sensibilidad que logremos formar en las mentes de los niños y jóvenes que nos sucederán.
Explicación: Esa otra mitad está en las cabezas de los seres humanos, en su nivel de empatía frente al planeta y la medida de su responsabilidad con los recursos naturales; está en la sensibilidad que logremos formar en las mentes de los niños y jóvenes que nos sucederán.