don Quijote se la pasaba cada noche devorando libros
no es que coma los libros
Respuestas a la pregunta
en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor le ocurrió lo nunca visto. «Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio». Así es como describe Miguel de Cervantes la manera en que Alonso Quijano se volvió loco. Ese párrafo ha dejado en el imaginario popular la idea de que al castellano lo enloqueció la cantidad de libros de caballería que devoraba.
En la primera parte de El Quijote, cuando Alonso Quijano regresa vapuleado de su primera salida, el ama y la sobrina piden al barbero y al cura (licenciado en Sigüenza) que quemen los libros de la biblioteca, a los que acusan de haber secado el cerebro del hidalgo. El cura y el barbero suben a la biblioteca y comienzan a elegir los libros que irán a la hoguera, de los que se salvan pocos: Amadís de Gaula, Tirant Lo Blanc, La Galatea, del propio Cervantes, y poco más. Cuando terminan sellan la habitación y al despertar Don Quijote le cuentan la milonga de que la biblioteca ha desaparecido por el encantamiento de un mago. Don Quijote, claro, se lo cree a pies juntillas y barrunta que habrá sido el encantador Frestón, acérrimo enemigo en el juicio perdido del Caballero de la Triste Figura.
En la primera parte de El Quijote, cuando Alonso Quijano regresa vapuleado de su primera salida, el ama y la sobrina piden al barbero y al cura (licenciado en Sigüenza) que quemen los libros de la biblioteca, a los que acusan de haber secado el cerebro del hidalgo