Don Nicolás de Piérola era un aristócrata provinciano nacido en Arequipa el 5 de enero de 1839, hijo del naturalista don Nicolás de Piérola, quien fuera ministro de Hacienda del presidente Echenique en los momentos de la Consolidación. Su marcado espíritu religioso, que era también el de su familia, lo llevó a cursar estudios en el Seminario de Santo Toribio y a vestir hábitos. Pero, después de la muerte de su padre, tuvo necesidad de separarse del Seminario y dedicarse a los negocios para socorrer a su familia […]. Desde el periodismo comenzó a participar en la política peruana, hasta que el presidente Balta lo llevó a la política militante al nombrarlo ministro de Hacienda, el 5 de enero de 1869, cuando recién cumplía 30 años de edad. Durante su combativa gestión ministerial se enfrentó a los consignatarios del guano, saliendo airoso. Revolucionario infatigable contra el régimen de don Manuel Pardo y del general Mariano I. Prado, su aureola popular fue creciendo con sus gestos de audacia y heroísmo, como en la aventura del Huáscar frente a los buques ingleses. Asumió plena y orgullosamente la Dictadura, en diciembre de 1880, cuando, como dice el historiador don José de la Riva Agüero, era entonces un acto heroico el asumir el mando en momentos de profunda crisis y desorganización del país. Se volvió militar y dirigió la defensa de Lima, suscitando muchas críticas por errores tácticos cometidos entonces, pero salvando el honor de la capital con tan heroica defensa. Terminada la guerra volvió del extranjero en momentos en que gobernaba el general Cáceres, y anunció su decisión de no hacerle oposición porque estimaba que en esos momentos todos los peruanos debían estar unidos en la obra de la Reconstrucción Nacional. En 1894, llamado por los pueblos, acaudilló la revolución contra el segundo gobierno de Cáceres y con valentía sin igual y como un auténtico caudillo popular, entró a Lima al frente de sus huestes, montando en su caballo blanco y revólver en mano. El periodista de 1864, el financista de 1869, el revolucionario de 1874 y 1877, el militar de 1881 y el montonero y revolucionario de 1894-95, se volvió finalmente el estadista en el período de 1895-99, haciendo uno de los más notables gobiernos de nuestra historia republicana, y después de esa fecha se volvió el patricio, el caudillo sempiterno del pueblo peruano. El grito de ¡Viva Piérola! que se escuchaba con frecuencia era lanzado como un grito de combate, de adhesión y cariño al caudillo y de fe y esperanza en el Perú eterno. Por eso cuando muere, el 23 de junio de 1913, el pueblo de Lima, en homenaje póstumo, escribe silenciosamente en las paredes de la capital «Piérola ha muerto ¡Viva Piérola!».
A. ¿Con qué objetivo se escribe esta breve reseña de Piérola?
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hola como están y como ay dudas
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