distribución general de los grupos climáticos
y
su influencia de los factores geográficos
Respuestas a la pregunta
Respuesta árcticamente todos los seres vivos dependemos directa o indirectamente de la luz ya que ésta es la que hace posible la función clorofílica mediante la que los vegetales sintetizan la materia orgánica a partir de sustancias minerales.
Las únicas excepciones a esta regla se encuentran entre algunos microorganismos muy especializados o extremófilos como las bacterias que viven bajo tierra o en los extraordinarios ecosistemas de las cuevas rumanas o de las fosas oceánicas que aprovechan el calor terrestre y las emisiones sulfurosas.
Simplificando mucho se puede representar la fotosíntesis a través de la siguiente fórmula:
Imagen 1
La fotosíntesis exige pues la presencia de gas carbónico, agua y energía en forma de luz.
El dióxido de carbono está bien mezclado con los demás componentes de la atmósfera, presenta proporciones relativamente similares en todo su volumen y no constituye por ello un factor de diferenciación espacial (aunque las variaciones de su contenido a lo largo del tiempo influyen en la productividad vegetal del conjunto de la biosfera). En la práctica, puede por tanto considerarse como una constante.
El agua implicada en la fotosíntesis es la contenida en el interior de las células vegetales y para una misma especie tampoco varía significativamente entre unas regiones de la Tierra y otras (aunque su desigual disponibilidad a lo largo del año puede determinar el ritmo vital de los vegetales como se verá más adelante).
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La eficacia de la fotosíntesis aumenta con la luz y con la temperatura.
Fuente: elaboración propia.
Sin embargo, la energía lumínica que reciben los vegetales varía mucho: hay plantas que se encuentran expuestas al sol mientras que otras permanecen siempre en penumbra del mismo modo que, dentro de una misma planta, unas partes se encuentran más iluminadas que otras.
Por otra parte, las horas de luz varían estacionalmente de acuerdo con factores cósmicos que pueden considerarse como constantes (la duración del día y de la noche varían tanto más cuanto más elevada sea la latitud pero lo hacen de manera regular de un año a otro) lo que tiene una gran influencia en los vegetales que solo pueden fotosintetizar durante las horas diurnas.
Grosso modo, puede considerarse que la energía solar que incide sobre las plantas proporciona luz y calor. Sin embargo, del total de luz que incide sobre la superficie de las hojas, sólo una mínima proporción resulta útil a la fotosíntesis ya que
cerca del 20% se refleja (es el albedo),
10% atraviesa las hojas,
20% se difunde en forma de calor
48% es absorbido y transformado en calor que, a su vez, será utilizado para la transpiración.
Ello hace que la energía precisa a la fotosíntesis proceda de tan sólo el 1 o el 2% del total de la luz incidente.
Esta reducida proporción es aún menor en los medios subacuáticos ya que el agua detiene eficazmente la radiación solar y a 50 metros de profundidad la oscuridad es casi total.
En general, la actividad fotosintética es una función logarítmica de la intensidad de la luz: cuanto mayor es la iluminación, más eficaz es la fotosíntesis y más rápidamente puede desarrollarse la planta. Sin embargo, este incremento de la productividad tiene un límite y, alcanzado un determinado umbral, el aumento de la luz deja de ser útil o incluso puede perjudicar a la planta.
Las razones que explican este “techo” de productividad no son suficientemente conocidas aunque es probable que esté controlado por varios hechos más o menos encadenados:
Cierre de los estomas para evitar que el exceso de evaporación seque la hoja.
Aceleración excesiva de la respiración debida al calentamiento de la hoja.
Oxidación de la clorofila.
A largo plazo, daños producidos por el exceso de radiación UV.
Explicación: