DISCURSO SOBRE IMIGRANTES
Respuestas a la pregunta
que los inmigrantes están aquí con nosotros, y lo van a seguir
estando, constituye una realidad social innegable. De nada sirve,
siguiendo la táctica del avestruz, bajar la cabeza y confiar en que
su presencia sea anecdótica, aséptica y pasajera, pues la experiencia de países vecinos con mayor trayectoria inmigratoria que la
nuestra (tal es el caso de Francia, Alemania, Italia, por citar algún
ejemplo) nos confirma el carácter sociohistórico y estructural de la
migración en las sociedades avanzadas.
En la actualidad se calcula que más de un millón y medio de
personas extranjeras conviven con nosotros (Eurostat, 2002). Algunas vienen de Europa, otras son extra-comunitarias, unas lo hacen por motivos puramente económicos, y otras por causas muy
distintas, pero las alarmantes cifras que los medios de comunicación, casi a diario, nos ofrecen sobre la realidad inmigratoria, no
diferencian entre el desplazamiento de personal del cuerpo diplomático de un país y el del joven senegalés que se juega la vida en
El Estrecho en busca de un futuro mejor.
Esta homogeneización del colectivo inmigrante y la extendida
representación social del desplazado como persona pobre, subcualificada, conflictiva, parada y con una cultura «atrasada e inmodificable», hace que las reacciones de miedo y de rechazo aparezcan incluso con cierto fundamento, en ese sentido, ¿para qué necesitamos
un «ladrón de nuestro futuro», un peligro para nuestra seguridad ciudadana y un elemento desestructurador de nuestra identidad social?
Pues, para nada, podría responder el sensato ciudadano de a pie.
La Ley de Extranjería (aprobada por la LO 8/2000 de 22 de diciembre) y las políticas de inmigración actuales construyen el marco político y legislativo de nuestra situación inmigratoria, pero no
menos importantes son los marcos socioculturales que, con nuestras prácticas sociales y discursos, construimos, nos construyen y
nos guían en la percepción e interpretación del mundo. Tan importante como conocer el marco político y legislativo deviene es
comprender el marco sociocultural, las formas y mecanismos en
que dotamos de sentido a la realidad y el modo en que nos construimos como autóctonos y construimos a los «otros» como inmigrantes o extranjeros.
Sin duda, los factores que influyen en la integración del inmigrante, en las pautas de convivencia que se establecen entre autóctonos y recién llegados o en los problemas de discriminación,
segregación y racismo en España son muchos, pero creemos que,
entre ellos, la forma en que organizamos y dotamos de sentido a
esta nueva realidad multicultural, y los procesos de negociación de
los significados que se atribuyen a este fenómeno, constituyen aspectos cualitativos de gran trascendencia y, de los cuales, la Psicología Social puede y debe decir mucho.