Díganme leyendas Canarias sobre la muerte y la brujería.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En cierta ocasión se dirigía a la ciudad de Las Palmas, desde el pueblo del Ingenio, montada en un burro, una persona muy conocida del citado lugar del sur de la isla de Gran Canaria. Al pasar por el Barranco de Aguatona se le aparecen, delante del jumento, seis hermosas gallinas blancas y un gallo negro de vistosa cresta, todos ellos cacareando. El caso era extraño, dada lo avanzada de la hora y lo solitario del camino. Como no podia ser menos, el caso sorprendió al viajero, quien a pesar de “azulear” insistentemente a los animalitos éstos no se apartaban ni callaban. Ante tanta majadería insospechada se “amoscó” el jinete, y, bajándose del jumento, sacó el cuchillo canario de su fajo e hizo con él una cruz en el camino, junto a las misteriosas gallinas y apuesto “galán”. Hecho esto, desencantárense las blancas gallinas y el gallo negro, convirtiéndose, según refiere la leyenda, “en lo mejorcito del pueblo”.
Cuéntase que una oscura noche del mes de Diciembre se encaminaba hacia la Ciudad de Las Palmas, desde el vecino pago de Tafira, un arrogante mozo, el que al llegar al lugar conocido por el “Llano de las Brujas” avistó muy cerca de sí a un burro, al parecer extraviado, que andaba con dirección contraria. El buen mozo detúvose breves instantes e hizo sus cábalas sobre tan importante hallazgo, decidiéndose por tomar el cabestro, y, acariciándolo, se montó en él, siguiendo rumbo a la Capital. A poco de ir cabalgándolo y contento “como unas pascuas” por tan feliz encuentro, he aquí que el burriquito empieza a encabritarse, dando rebuznos y respingos, que ponen en serio apuro al nuevo dueño. Ante tanta novedad se decidió bajar de él y, tras largas caricias, logra serenarlo. Al poco rato vuelve a cabalgarlo, repitiéndose la escena anterior, y, desesperado, cortole un pedazo de oreja, que guardó en el bolsillo, al propio tiempo que el jumento emprendía veloz carrera dando atroces rebuznos. De regreso a su casa contó a la familia lo sucedido, y al tratar de mostrar el pedazo de oreja, como testigo indubitable de lo sucedido, cuál no sería su asombro ver cómo el fragmento de oreja del asno se había convertido en la oreja de una mujer que, por el zarcillo que de ella colgaba, dedujo ser de su prometida. He aquí el desencanto y la terminación de unos amoríos.
Otra leyenda brujeril que refieren los viejos es la aparición de un hermoso gato negro a unos señores campesinos que desde el pueblo de Ingenio se dirigían a la ciudad de Las Palmas montados en burros, portando carga diversa para el mercado. El gato con sus saltos y maullidos no dejaba caminar a los jumentos, los cuales estaban muy espantadizos, por cuya razón uno de los viajeros estimando que se trataba de algo demoníaco bajose de su burro y sacando con desenfado su cuchillo canario del cinto, trazó con él, en el suelo, la señal de la Cruz, quedando al momento el gato convertido en “el mejor de sus amigos”.
Explicación: Espero que te sirva