díganme la Historia de sor María Luz, Hija de la Caridad
Respuestas a la pregunta
3 de diciembre de 2014.- (Alfa y Omega / 13 TV / Camino Católico) Ha muerto en Madrid Sor Mari Luz Ibarz Bazán, Hija de la Caridad, que dedicó muchos años de su vida a visitar a los presos de las cárceles españolas con un sólo mensaje: “Dios te quiere; Dios te quiere mucho”. Fueron los propios presos los que le asignaron el mote de “Sor Tripi”, porque decían que sus visitas a la cárcel les transmitían más energía que consumir drogas. ¿Por qué lo hacía? Ella misma lo contó muchas veces. Rezamos por ella y pedimos a Dios que le muestre la misma Luz que ella llevó a los demás
En junio de 2012 era entrevistada por el padre Javier Alonso en el programa “Más que” noticias de 13 TV, que puede visualizarse y escucharse en el vídeo. Aseguraba que “cuando sientes en oración el amor del Señor tienes ansias de comunicarlo, sobre todo a estas personas que nunca han oído hablar de Dios”. Va a ver a los presos con el deseo ardiente convertido en íntima plegaria: “Señor que te conozcan a ti Padre, a Jesús tu enviado”.
También, en el año 2011, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid Alfa y Omega publicó su testimonio que reproducimos:
«No hay que ir a los pobres más que con mucho amor, y ayudarles para que descubran, saboreen, experimenten y conozcan con qué amor y misericordia y ternura los ama Dios. Lo importante es que se sientan amados por Él.
Cristo ha venido a salvar a todos, pero tiene una especial predilección por los pobres. Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios. Voy a las cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la Biblia, por ejemplo Isaías 43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me dicen: Pero si soy un miserable… Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres su hijo amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles que Dios los ama es la mejor evangelización. Hacemos pequeños grupos para leer la Biblia y rezar el Rosario, porque la fe no se puede vivir solo; hay que vivirla en comunidad.
Me levanto a las cuatro de la mañana para hacer oración y luego ir a las cárceles. San Pablo dice: ¿Cómo van a creer, si nadie se lo anuncia? Por eso, si uno ama a Dios, habla de Él a los demás. El problema es que no conocemos a Dios. ¿Y cómo lo podemos conocer? Pues con la oración y con la Palabra; y también es necesaria la comunidad: la fe que no se comparte, no crece. Si tienes un encuentro con Jesucristo, tienes que darlo a los demás. ¡Muchos mueren tristes y amargados por no conocer a Dios!»