diferencia entre la iglesia protestante y las sectas
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Las sectas son simplemente los movimientos minoritarios, puesto que el cristianismo y otras religiones empezaron siendo consideradas como sectas mientras eran minoritarias, hasta que se convirtieron en grupos numerosos y fueron entonces consideradas religión, ya sea de forma oficial.
Respuesta:Hace unos treinta años el nuncio papal en México, Girolamo Prigione, hizo una declaración que hizo temblar a muchos cristianos no afiliados a la iglesia católica: “Las sectas son como las moscas. Hay que acabarlas a periodicazos”. Lo que no pareció controvertido en algún nivel -cuál persona razonable estaría a favor de las sectas?- disfrazó intenciones poco tolerantes.
Según Prigione y gran parte de la jerarquía católica mexicana, cualquiera iglesia protestante “no tradicional” era una secta. Por las implicaciones de su análisis las confesiones largamente establecidas, como los metodistas, los presbiterianos, los bautistas y los anglicanos, constituían iglesias protestantes “buenas” (o por lo menos soportables), mientras las congregaciones más recientes e independientes (en muchos casos pentecostales) eran iglesias “malas”. La distinción fue una cuestión no tanto de teología sino de política y economía: a diferencia a las tradicionales, las iglesias independientes estaban creciendo rápido, sus feligreses aumentados cada vez más por excatólicos.
El contexto de su declaración era la de una creciente preocupación por parte del Vaticano sobre que Latinoamérica, por siglos el gran baluarte numérico del catolicismo, se estaba “volviendo protestante”, para citar el título de un libro influyente del antropólogo David Stoll (que habló de una “invasión de las sectas”). En ese entonces, alrededor de 10% de la región ya era protestante. Hoy, según un nuevo reporte del no partidario Pew Research Center, 19% lo son.
Justo antes de que este reporte saliera, Proceso publicó la más reciente de sus ediciones especiales, titulada “Los sectas en México: Fe y fanatismo”, y es de mucha preocupación que en cierta medida la retórica perjudicial de Prigione sigue siendo utilizada.
Eso no es decir que en la edición falta valor. Al contrario, la colección de 18 reportajes que recopila la revista incluye unas investigaciones bien escritas y bien alarmantes sobre organizaciones que se puede llamar “sectas” de manera justa y calificada. Es decir, analizan autonombradas iglesias que exhiben las siguientes características: liderazgo carismático y/o narcisista, tendencias sigilosas, explotación financiera y/o laboral de los miembros, una exclusividad teológica que descalifica a otras iglesias, y la obstaculización a cualquier miembro arrepentido que quiere marcharse. Es más, el ensayo de Bernardo Barranco que arranca la edición ofrece un excelente análisis de las diferentes interpretaciones
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