diferencia de él feudalismo medieval y feudalismo japonés
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En Japón floreció un régimen feudal bastante desarrollado. Una de las glorias de esa nación es haber intuido los principios de sabiduría que fueron los fundamentos del feudalismo medieval. Y de haber intuido esto de tal manera que, haciéndose el cotejo entre los regímenes medievales japonés y del régimen medieval en Occidente, se constatan trazos de semejanza.
Una de las características inherentes al régimen feudal es un cierta noción patriarcal de grandeza del señor feudal, como padre y como protector de sus vasallos. En la concepción feudal -esto debe ser horripilante para los oídos de los progresistas católicos- los términos padre y señor son análogos. El padre es señor de sus hijos. El señor es padre de sus vasallos. El señor asume la plena protección de sus vasallos y los defiende contra los enemigos externos. Tal defensa de los vasallos incumbe más al señor que al rey.
De donde se deriva que algunas notas presentes en las construcciones feudales de la Edad Media son factores de seguridad, de solidez y de estabilidad. Pero, simultáneamente, tales notas reflejan cierta altanería, cierto desafío, cierto arrojo apropiado a un poder que está continuamente en guerra. Guerra llevada, no raras veces, a la exageración, incluso en contra el poder real. Este llegó a ser muy debilitado en Japón por el feudalismo, exactamente como lo fue a cierta altura de la Edad Media en Francia.
Aunque los daimyos, que eran los grandes señores feudales japoneses, hayan sido hombres muy guerreros - las pinturas y las porcelanas japonesas los representan como hombres terribles en el combate – , fue sobre todo la nobleza inferior de los samurais la que se tornó legendaria por un coraje extraordinario. Quien dice samurai, se refiere propiamente al guerrero.
Hay, sin embargo, una nota distintiva del samurai en relación al guerrero europeo medieval. Este último continuaba siendo guerrero hasta la raíz de los pelos, aún cuando descansaba. El japonés, evidentemente, combatía en la guerra como un león; pero en la hora del descanso la pugna era dejada de lado y su mente tomaba otro rumbo.
Existe otro aspecto que torna difícil, para nosotros occidentales, el comprender la mentalidad de los daimyos: ellos se tornaron en el Japón de hoy directores de empresas.
Un amigo mío que estuvo en es país, entró en una oficina para tratar de negocios y quedó impresionado al ver la consideración con que era tratado el director de la empresa. Cuando los secretarios u otros empleados de la empresa entraban en la oficina, hacían grandes reverencias. Extrañado, preguntó cuál era la razón de ese comportamiento.
Le dijeron que, en general, los directores de empresa en Japón pertenecen a la alta nobleza y, aún hoy, son tratados con toda la deferencia con la que el plebeyo se relacionaba con la nobleza en la época del feudalismo.
De modo que mientras, con honrosas excepciones, la alta nobleza occidental perdió su estatus en la sociedad actual, en Japón, la nobleza no perdió su rango y continúa dirigiendo el mundo empresarial. Ella, estando al mando de las empresas, es un factor importante en la propulsión económica del país.