Religión, pregunta formulada por vprincess1110, hace 2 meses

DETALLES DE EL NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA DE JUAN EL BAUTISTA

Respuestas a la pregunta

Contestado por nagitotodoroki992
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Respuesta:

Juan  nació  en  forma  milagrosa  unos  seis  meses antes  que  su  primo  Jesús,  trayendo  gran  alegría  a sus  padres  ancianos  quienes  no  se  resignaban  a quedarse  sin  el  gozo  de  tener  un  hijo.  Zacarías  pe-día a Dios un hijo (Lc 1.13) aun sabiendo que para que Dios se lo concediera tendría que realizarse un milagro ya  que su esposa no sólo era de edad avan-zada sino que era estéril. Un hombre con una fe tan extraordinaria    sería  el  padre  ideal  del  preparador del  camino  del  Rey  de  Reyes.    De  manera  que mientras Zacarías ofrecía el incienso en el santuario recibió la visita de un ángel que le dijo: “...tu ora-ción ha sido oída y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo” (Lc 1.13) .       Fue  el  ángel  quien  le  dijo  a  Zacarías  cómo  de-bería  llamar  al  niño:  Juan,  un  nombre  precioso  y muy  apropiado: “Jehová  ha  favorecido”.  Usted puede  leer  la  hermosa  historia  del  nacimiento  de Juan en el primer capítulo de Lucas.      El  mismo evangelista nos cuenta  de la visita de María, la que sería la madre de Jesús, a su parienta Elizabet,   cuando   ésta   estaba   embarazada.   Así aprendemos  que  Jesús  y  Juan  eran  algo  así  como  

 

primos  no  muy  cercanos.  Aunque  la  familia  de Jesús  vivía  en  un  pueblito  de  la  norteña  Galilea,  y la de Juan vivía en Judea, la parte sur de  Israel, es posible que llegaran a conocerse en su infancia o en la  juventud.  Más  abajo  expreso  mi  opinión  al  res-pecto.      A unos 30 kms. al sur de Jerusalén estaba la ciu-dad  de  Hebrón,  que  algunos  autores  señalan  como la ciudad del sacerdote Zacarías. Siendo una ciudad importante, sería raro que Lucas no la hubiera men-cionado  por  nombre.  Un  poco  al  sur  de  Hebrón había un pueblo llamado Juta. No pocos estudiosos piensan  que  allí  nació  Juan  argumentando  que  una mejor traducción de la frase “una ciudad de Judá” habría  sido “la  ciudad  de  Juta”  (Lc  1.39).  Otros más  piensan  que  debe  haber  sido  en  alguna  pobla-ción  al  oeste  de  Jerusalén.  Digamos  que  el  lugar exacto  del  pueblo  del  sacerdote  Zacarías  no  es  tan importante y conformémonos con saber que estaba en la región de Judea.       Aunque  tal  vez  gran  número  de  los  sacerdotes del tiempo de Jesús no llevaban vidas rectas, hubo muchos  realmente  temerosos  de  Dios,  como  aque-llos de Hch 6.7 que fueron obedientes al evangelio. Para que Dios haya favorecido con la bendición de tal hijo al sacerdote Zacarías, él y su esposa, tuvie-ron  que  ser  muy  devotos  y  temerosos  de  Dios  (Lc 1.6).  El  pequeño  Juan  aprendió  de  sus  padres  el amor a Dios y la devoción a él.       La  gente  común  de  Israel  apenas  tenía  contacto con  los  libros  sagrados  en  las  sinagogas  ya  que  el precio de las copias de ellos en pergaminos o rollos no  estaba  al  alcance  de  cualquier  bolsillo.  Siendo Zacarías un sacerdote, no pudo haber sido un hom-bre pobre. Durante décadas recibió el diezmo de un número  de  israelitas  y  no  había  tenido,  además  de su esposa, una familia qué mantener. Bien podemos pensar  que  un  hombre  devoto  y  más  o  menos  pu-diente  como  lo  fue  el  padre  del  Bautista,  con  los años se hizo de algunos, tal vez de no pocos, rollos  

 

de libros de las Escrituras.       Puedo   imaginarme   al   amoroso   padre   en   su plácida  casa  sentado  con  un  rollo  frente  a  él  y  te-niendo  a  su  niño  en  el  regazo  mientras  leía  en  voz alta la Palabra de Dios. Seguramente Juan aprendió y amó las Escrituras desde niño en ese hogar donde siempre  se  hablaba  de  Dios  con  gran  respeto  y amor. Los padres fueron muy bendecidos con su ni-ño  y  a  su  vez  Juan  no  pudo  haber  tenido  mejores padres que Zacarías y Elizabet.      Es  casi  seguro,  por  no  decir  que  es  seguro,  que Elizabet le contó a su hijo cuando él tuvo edad sufi-ciente,    de  su  nacimiento,    del  ángel,  y  lo  que  se había profetizado de él. ¿Sería Juan todavía un niño cuando leyó por primera vez el gran pasaje de Isa-ías de la “voz que clama en el desierto”? (Compare Juan 1.23).      ¿Llevaron sus padres a Juan a la Pascua en Jeru-salén,  como  José  y  María    a  Jesús  cuando  ambos primos  frisaban  los  doce  años?  Tratándose  de  una familia  tan  devota  es  difícil  dudarlo.  No  sería  tan remoto  que  las  dos  parejas,  cuyas  esposas  estaban emparentadas y tenían tanto que contarse sobre sus hijos,  hubieran  planeado  de  antemano  verse  en  la gran  ciudad.  Nos  gusta  imaginarnos  que  así  fue  y que los dos chicos pasaron al menos un rato juntos en esa ocasión.       También  pudo  suceder,  si  Juan  estuvo  allí,  que ante la gran multitud asistiendo a la fiesta, él no se haya  sentido  a  gusto  en  medio  de  tanta  gente.  Lo cierto  es  que  la  Escritura  nos  hace  saber  que  Juan vino a ser un hombre del desierto.      En  la  casa  de  Zacarías  reinaba  esa  tranquilidad que se respira en un hogar piadoso. Allí transcurrió la  niñez  de  Juan.  Ya  que  sus  padres  eran  personas de  edad  avanzada  cuando  él  nació,  es  posible  que Juan  haya  sido  un  jovencito  cuando  quedó  huérfa-no,  tal  vez  primero  de  padre,  pero  no  mucho  des-pués  de  madre  también.  Cómo  debe  haberse  senti-do solo el joven en esa casa cuando finalmente sus  

 

 

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