DETALLES DE EL NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA DE JUAN EL BAUTISTA
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Juan nació en forma milagrosa unos seis meses antes que su primo Jesús, trayendo gran alegría a sus padres ancianos quienes no se resignaban a quedarse sin el gozo de tener un hijo. Zacarías pe-día a Dios un hijo (Lc 1.13) aun sabiendo que para que Dios se lo concediera tendría que realizarse un milagro ya que su esposa no sólo era de edad avan-zada sino que era estéril. Un hombre con una fe tan extraordinaria sería el padre ideal del preparador del camino del Rey de Reyes. De manera que mientras Zacarías ofrecía el incienso en el santuario recibió la visita de un ángel que le dijo: “...tu ora-ción ha sido oída y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo” (Lc 1.13) . Fue el ángel quien le dijo a Zacarías cómo de-bería llamar al niño: Juan, un nombre precioso y muy apropiado: “Jehová ha favorecido”. Usted puede leer la hermosa historia del nacimiento de Juan en el primer capítulo de Lucas. El mismo evangelista nos cuenta de la visita de María, la que sería la madre de Jesús, a su parienta Elizabet, cuando ésta estaba embarazada. Así aprendemos que Jesús y Juan eran algo así como
primos no muy cercanos. Aunque la familia de Jesús vivía en un pueblito de la norteña Galilea, y la de Juan vivía en Judea, la parte sur de Israel, es posible que llegaran a conocerse en su infancia o en la juventud. Más abajo expreso mi opinión al res-pecto. A unos 30 kms. al sur de Jerusalén estaba la ciu-dad de Hebrón, que algunos autores señalan como la ciudad del sacerdote Zacarías. Siendo una ciudad importante, sería raro que Lucas no la hubiera men-cionado por nombre. Un poco al sur de Hebrón había un pueblo llamado Juta. No pocos estudiosos piensan que allí nació Juan argumentando que una mejor traducción de la frase “una ciudad de Judá” habría sido “la ciudad de Juta” (Lc 1.39). Otros más piensan que debe haber sido en alguna pobla-ción al oeste de Jerusalén. Digamos que el lugar exacto del pueblo del sacerdote Zacarías no es tan importante y conformémonos con saber que estaba en la región de Judea. Aunque tal vez gran número de los sacerdotes del tiempo de Jesús no llevaban vidas rectas, hubo muchos realmente temerosos de Dios, como aque-llos de Hch 6.7 que fueron obedientes al evangelio. Para que Dios haya favorecido con la bendición de tal hijo al sacerdote Zacarías, él y su esposa, tuvie-ron que ser muy devotos y temerosos de Dios (Lc 1.6). El pequeño Juan aprendió de sus padres el amor a Dios y la devoción a él. La gente común de Israel apenas tenía contacto con los libros sagrados en las sinagogas ya que el precio de las copias de ellos en pergaminos o rollos no estaba al alcance de cualquier bolsillo. Siendo Zacarías un sacerdote, no pudo haber sido un hom-bre pobre. Durante décadas recibió el diezmo de un número de israelitas y no había tenido, además de su esposa, una familia qué mantener. Bien podemos pensar que un hombre devoto y más o menos pu-diente como lo fue el padre del Bautista, con los años se hizo de algunos, tal vez de no pocos, rollos
de libros de las Escrituras. Puedo imaginarme al amoroso padre en su plácida casa sentado con un rollo frente a él y te-niendo a su niño en el regazo mientras leía en voz alta la Palabra de Dios. Seguramente Juan aprendió y amó las Escrituras desde niño en ese hogar donde siempre se hablaba de Dios con gran respeto y amor. Los padres fueron muy bendecidos con su ni-ño y a su vez Juan no pudo haber tenido mejores padres que Zacarías y Elizabet. Es casi seguro, por no decir que es seguro, que Elizabet le contó a su hijo cuando él tuvo edad sufi-ciente, de su nacimiento, del ángel, y lo que se había profetizado de él. ¿Sería Juan todavía un niño cuando leyó por primera vez el gran pasaje de Isa-ías de la “voz que clama en el desierto”? (Compare Juan 1.23). ¿Llevaron sus padres a Juan a la Pascua en Jeru-salén, como José y María a Jesús cuando ambos primos frisaban los doce años? Tratándose de una familia tan devota es difícil dudarlo. No sería tan remoto que las dos parejas, cuyas esposas estaban emparentadas y tenían tanto que contarse sobre sus hijos, hubieran planeado de antemano verse en la gran ciudad. Nos gusta imaginarnos que así fue y que los dos chicos pasaron al menos un rato juntos en esa ocasión. También pudo suceder, si Juan estuvo allí, que ante la gran multitud asistiendo a la fiesta, él no se haya sentido a gusto en medio de tanta gente. Lo cierto es que la Escritura nos hace saber que Juan vino a ser un hombre del desierto. En la casa de Zacarías reinaba esa tranquilidad que se respira en un hogar piadoso. Allí transcurrió la niñez de Juan. Ya que sus padres eran personas de edad avanzada cuando él nació, es posible que Juan haya sido un jovencito cuando quedó huérfa-no, tal vez primero de padre, pero no mucho des-pués de madre también. Cómo debe haberse senti-do solo el joven en esa casa cuando finalmente sus