Historia, pregunta formulada por isepagra, hace 6 meses

Después de que salimos, los busqué y, al no hallarlos, muchas lágrimas empañaron
mis ojos y recordé a mi mamá juntando dinero semana tras semana para
comprármelos. Con las primeras estrellas que vibraron misteriosamente en el
crepúsculo, temeroso llegué a casa. Ella, mi pobre madre, me junto a su pecho, miró
con gran tristeza mis pies descalzos y un profundo suspiro rasgó sus penas. No dormí
en toda la noche, pero con el primer dardo de alba, caminé hasta la acequia y la
recorrí cuesta abajo buscándolos. Cada hojarasca sobre la arena dibujaba en mis
retinas el color marrón de mis zapatos, corría alegre y no era más que la ilusión
jugando con mis ansias; de pronto, observé entre unas florecillas a una ranita que
saltaba en un mismo lugar, grupos de mariposas revoloteaban alrededor, al
acercarme, me di cuenta de que estaba enredada en los pasadores de mi perdido
calzado, con inmensa alegría la salvé del aprieto, suelta la ranita, croaba su libertad y
a saltos fue a esconderse debajo de una hoja grande. Luego me ocupé de sacar los
zapatos y cuando los tuve en mis manos, como si fueran personitas los acariciaba, un
canto de ilusiones me sacudió el cuerpo entero. Mi madre, al verme con ellos, me
cargó dándome besos con su ternura inmensa, y yo, el niño que soñaba bajando
estrellas para que el mundo se haga bueno, le dije: ¡Mamita, quisiera ser grande,
colocar una escalera bien larga, hasta alcanzar el cielo, para bajarme el lucero más
brillante y ponerlo junto a tu corazón hermoso para que nunca se apague!. Me volvió
a besar y me quedé dormido en sus brazos lla mira la historia

Respuestas a la pregunta

Contestado por josuehernandez503
1

Respuesta:

esta bueno ta chido felicidades

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