PAU-Selectividad, pregunta formulada por nelleg5ianie, hace 11 meses

Después de leer atentamente el texto y la pregunta siguiente, el estudiante deberá responder a las cuestiones.

TEXTO

Tuve que vivir en Estados Unidos para descubrir la siesta; por supuesto, no lo hice porque allí la
duerman, sino precisamente porque no la duermen: por espíritu de contradicción (o, por decirlo de
forma menos distinguida). Fue entonces cuando descubrí la verdad, y es que no se duerme
la siesta por ganas de vivir menos, sino de vivir más: quien no duerme la siesta solo vive un día al día;
quien la duerme, por lo menos dos: despertarse es siempre empezar de nuevo, así que hay un día
antes de la siesta y otro después. (Escribo “por lo menos” porque recuerdo haber leído un artículo de
Néstor Luján donde contaba que hay gente que duerme o dormía hasta 6 o 7 siestas diarias). También
descubrí que quienes no trabajan pueden permitirse el lujo de saltarse la siesta, pero quienes
trabajamos no: de Napoleón a Churchill, de Leonardo a Einstein, todo el que curra de verdad duerme la
siesta. Sé que hay quien dice que la siesta le sienta mal, que se despierta de ella con dolor de cabeza;
la respuesta a tal objeción es la que me daba mi madre cuando yo se la ponía: “Eso te pasa por no
haber dormido lo suficiente”. ¿Cuánto es lo suficiente? No se sabe. Las medidas son infinitas; las más
extremas son la de Cela y la de Dalí. La de Cela es eterna: la clásica siesta de pijama, padrenuestro y
orinal. La de Dalí es insignificante: se duerme con unas llaves en la mano; cuando las llaves caen al
suelo, se acabó la siesta: en ese instante mínimo, uno se ha dormido. Las medidas, ya digo, son
infinitas, y cada uno debe encontrar la suya. Por lo demás, antes dije que uno duerme la siesta para
vivir más; no quise decir con más intensidad, o no solo: hay estudios serios –entre ellos uno de la
Harvard School of Public Health– que demuestran que la siesta reduce el riesgo de enfermedades
coronarias. En el 24 de octubre de 2012, The New York Times publicó un reportaje sobre Ikaria, una isla
griega poblada por gente que, según rezaba el título, “se había olvidado de morir”; por supuesto, todos
dormían la siesta. (Javier Cercas, “Tremenda apología de la siesta”, en El País Semanal, 5/1/2014)

CUESTIONES


3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de que vivir en otros países permita
reconocer las virtudes del propio país. (1,5 puntos)


Prueba de selectividad para la comunidad de Madrid. Convocatoria Jun 2014-2015. Lengua Castellana y Litetatura II.

Respuestas a la pregunta

Contestado por whiterose
1

Si bien la migración es un tema muy complicado tanto para la persona como para sus familiares y por ende se lleva un montón de carga cultural, cosas a las que estos aferrados y demás problemas. La nostalgia, ayuda a la valoración de lo que no tenemos, cuando se está viviendo en otro país por cuestiones migratorias, como por ejemplo cuestiones de trabajo, ocio, etc; las comparaciones con las propias costumbres resultan inevitables.


Las personas emigran la mayoría por que las condiciones de vida en el nuevo país de residencia es muchísimo mejor, haciendo así que las personas del mismo país de origen se encuentren y formen grupos de “paisanos” del mismo país y se desarrollen cosas culturales y autóctonas del país al que nos referimos. Esto hace que no se desapeguen del todo de su país de origen y se sientan un poco más cómodos.


La nostalgia que suelen vivir las personas que están en condición de inmigrantes, tiene un efecto psicológico; algunos más rápido que tarde sobre lo que dejaron en su país de origen, por esto creo que hace que las personas reconozcan el nacionalismo que llevan por dentro y valoren aún más las virtudes que posee su país de origen que obviamente nunca será igual al país de residencia.


PRUEBA SELECTIVIDAD COMUNIDAD MADRID CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2014-2015 - LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA II

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