Después de la independencia cómo fue la relación de España con México
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Estados Unidos del territorio fronterizo de La
Mesilla, pero las turbulencias políticas y los problemas
hacendísticos atravesados por México en los años
siguientes impidieron pronto su aplicación18.
En efecto, la sintonía entre ambos gobiernos no
duró mucho. En 1855 una insurrección liberal expulsó
a Santa Anna del poder, abriendo un período de
inestabilidad política que provocaría una nueva crisis
bilateral. La identificación del poderoso grupo de
presión de origen peninsular con el bando conservador
acentuó las tendencias hispanofóbicas de una parte de
las clases populares, alimentadas por los sectores más
radicales del liberalismo19. Ello dio lugar a numerosos
incidentes durante este período que afectaron a las
vidas e intereses de los ciudadanos españoles en
México. Los más graves se produjeron en diciembre
de 1856 en las haciendas de San Vicente, Chiconcuac
y Dolores, en el actual estado de Morelos, donde tuvo
lugar el asesinato de varios españoles que trabajaban
en las haciendas del prominente empresario peninsular
Pío Bermejillo20. Los asesinatos tuvieron como telón
de fondo los conflictos por la posesión de la tierra y los
recursos hídricos, que desde hacía décadas enfrentaban
a los hacendados con las comunidades indígenas de la
zona. No obstante, también fueron originados por la
recrudecida hispanofobia de una parte del liberalismo
mexicano.
Las dificultades del gobierno mexicano para castigar
a los responsables de los crímenes de San Vicente y
Chiconcuac, que encontraron refugio entre los abruptos
breñales del estado de Guerrero, controlado por el
caudillo liberal Juan N. Álvarez, provocaron la ruptura
entre los sectores más templados del liberalismo,
encabezados por el presidente Ignacio Comonfort, y
el propio Álvarez. El gobierno español, pese a todo,
no consideró suficientes los esfuerzos del gobierno
de Comonfort, que además no pudo hacer frente a
los pagos establecidos por el convenio de 1853. Esta
situación acabó provocando la ruptura de relaciones
entre España y México en enero de 1857.
Poco después, estallaba la guerra civil que enfrentó
a conservadores y liberales entre diciembre de 1857
y enero de 1861. El conflicto facilitó el acercamiento
entre el gobierno conservador de Miguel Miramón y el
gobierno de la Unión Liberal presidido por Leopoldo
O’Donnell. En septiembre de 1859, el general Juan
Nepomuceno Almonte, ministro mexicano en Francia,
y Alejandro Mon, representante español ante Napoleón
III, firmaron un tratado por el cual el gobierno
mexicano se comprometía a perseguir y castigar a
los responsables de los asesinatos de San Vicente y
Chiconcuac, así como a liquidar la “deuda española”,
destinando para ello el 3% de las rentas producidas por
la aduana de Veracruz21.
La firma del Convenio Mon-Almonte permitió el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre
España y México pero implicó a España en la fase final
de la Guerra de Reforma del lado de los conservadores.
El gobierno español no sólo reconoció al gobierno
conservador de Miramón y envió a México a Francisco
Pacheco en calidad de embajador extraordinario, sino
que autorizó a Miramón para equipar en secreto una
escuadra en La Habana con el fin de bloquear Veracruz,
donde el gobierno liberal de Benito Juárez se encontraba
sitiado. La flotilla conservadora, comandada por Tomás
Marín, no pudo cumplir su misión, al ser capturada
en marzo de 1860 por una escuadra estadounidense
enviada en ayuda de Juárez tras la firma del Tratado
McLane-Ocampo22. Ello provocó el fracaso del sitio y
el inicio de la exitosa contraofensiva liberal.
Tras el triunfo de los liberales en la Guerra de
Reforma, el gobierno de Benito Juárez expulsó al
representante español en enero de 1861, acusando a
España de haber intervenido en el conflicto a favor
de los conservadores. Juárez pretendía provocar
una guerra con España como medio para facilitar la
reconstrucción de la debilitada cohesión nacional tras
el final de la guerra civil23. El presidente mexicano
se negó a reconocer el Convenio Mon-Almonte,
que había sido firmado por los conservadores. Sin
Explicación:
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