Ciencias Sociales, pregunta formulada por Usuario anónimo, hace 3 meses

Desde su punto de vista, indique las posibles opciones de
solución ante la problemática de las consecuencias que genera
la concentración de la riqueza y su impacto a nivel mundial
en la creación de sociedades desigualitarias.
alguien me puede ayudar es para hoy


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Respuestas a la pregunta

Contestado por xXANAxX12
9

Respuesta:

. La creciente concentración de la riqueza y el poder económico son un obstáculo para el desarrollo sostenible: ¿Qué hacer?

Por Kate Donald

Centro de Derechos Económicos y Sociales, y Jens Martens, Global Policy Forum

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La Agenda 2030 cita las «enormes disparidades de oportunidades, riqueza y poder» como uno de los «inmensos desafíos» para el desarrollo sostenible.1 Reconoce que «el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible… solo será posible si se comparte la riqueza y se combate la desigualdad de los ingresos».2

Una parte importante de la desigualdad consiste en la creciente concentración del mercado y la acumulación de riqueza y poder económico en manos de un número relativamente pequeño de empresas multinacionales e individuos ultra ricos. De hecho, la intensa concentración de riqueza y poder es contraria al progreso en toda la Agenda 2030.

Esta tendencia no ha surgido por casualidad: la desigualdad es el resultado de decisiones políticas deliberadas. En muchos países, las políticas fiscales y regulatorias no solo han conducido al debilitamiento del sector público, sino que también han permitido la acumulación sin precedentes de riqueza individual y una creciente concentración del mercado.

Sin embargo, existen alternativas robustas y progresistas a estas políticas, que podrían redistribuir eficazmente la riqueza y contrarrestar la concentración del poder económico. Tales políticas alternativas serán un prerrequisito para desplegar el potencial transformador de los ODS y cumplir su ambición de «hacer realidad los derechos humanos de todos»3.

La creciente acumulación de la riqueza

La inclusión de una meta para reducir las desigualdades es una de las principales fortalezas de los ODS, pero el desafío es aún más inmenso de lo que sugieren las metas del Objetivo 10. Aunque existe una meta sobre las disparidades de ingresos (10.1),4 la desigualdad de la riqueza pasa desapercibida a pesar de ser uno de los principales motores de las disparidades en todo el mundo.

Son numerosos los estudios que han demostrado que la desigualdad de la riqueza es aún más profunda y perniciosa que la desigualdad de los ingresos. Según estimaciones del Credit Suisse Research Institute, la mitad inferior de la población mundial posee menos del 1 por ciento de la riqueza total. Como marcado contraste, el 10 por ciento más rico posee el 88 por ciento de la riqueza mundial, mientras que el 1 por ciento superior por sí solo representa el 50 por ciento de los activos globales.5 Como escribe Branko Milanovic, «la desigualdad de la riqueza es aún más extrema [que la desigualdad de los ingresos] en todos los países de los que disponemos de datos fiables».6 Estas disparidades también se refuerzan entre sí, ya que la riqueza suele generar ingresos: en 2014, el 67,4 por ciento de los ingresos antes de impuestos del 0,1 por ciento más rico de los EE.UU. eran ingresos procedentes de la riqueza (ganancia patrimonial, intereses, dividendos, etc.).7 En la mayoría de los países emergentes y ricos, la participación de la riqueza del 1 por ciento más rico ha aumentado de manera constante en las últimas dos o tres décadas (ver Figura 1.1).

Figura 1.1

Riqueza personal del 1% más rico en los países emergentes y ricos, 1970-2015

Fuente: Alvaredo et al. (2017), Figura 4.2.1.

El círculo vicioso de la desigualdad

La riqueza —la posesión de propiedades, tierra o acciones, por ejemplo— no solo confiere seguridad económica, sino también poder social y político. Como señala Jeff Spross de The Week «quién posee riqueza, determina en última instancia quién gobierna».8 Esta situación crea un «círculo vicioso de desigualdad» en el que la creciente desigualdad económica agudiza la desigualdad política, lo que aumenta la capacidad de las empresas y las élites ricas para influir en la formulación de políticas a fin de proteger sus riquezas y privilegios. Mientras tanto, el poder de los sindicatos, por ejemplo, se erosiona cada vez más.9 Milanovic afirma que «los niveles más altos de desigualdad parecen ser económicamente beneficiosos para los ricos, que a menudo son capaces de traducir su control desproporcionado de los recursos en una influencia desproporcionada en la toma de decisiones políticas y económicas».10

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