Desde que momento se le puede nombrar a alguien como familia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Dentro de la disciplina antropológica el ámbito del parentesco ha sido un campo privilegiado de estudio como forma de organización y estructuración social, en la medida que ha actuado como criterio de clasificación, discriminación y reclutamiento de los sujetos en grupos de parientes. Si el parentesco es un principio ordenador de las sociedades humanas, por el que se crea y establece un sistema de relaciones sociales determinado, la materialización externa y visible de este sistema es el vocabulario, las palabras que se utilizan para referirse y designar a las personas incluidas en la categoría de "parientes". Nombrar es asignar y reconocer una posición y un rol determinados a aquella persona de la que hablamos (términos de referencia) y/o a la que nos dirigimos (términos de apelación); implica situar a alguien en un espacio genealógico y social, del que se derivan actitudes, comportamientos, prácticas, sentimientos, derechos y deberes, expectativas recíprocas, legitimadas socialmente por los modelos de parentesco dominantes en cada sociedad. Nombrar es dotar de identidad a una persona, ubicarla en el sistema de representación de nuestros parientes, los que son y los que no son de los "nuestros". Los referentes que dotan de significado a los términos de parentesco son las categorías y grupos de parentesco que predominan en una sociedad dada.
Como han puesto de relieve algunos autores (Schneider 1980), el modelo occidental de parentesco se basa en una determinada conceptualización de la relación entre lo biológico y lo social, en el que la cópula sexual es el símbolo sobre el que se construye culturalmente la familia, dotando de una misma identidad biogenética a padres y descendencia, y que se va extendiendo al resto de nuestros parientes a través de las relaciones de consanguinidad y conyugalidad. El vínculo conyugal entre esposo/a y su unión sexual aparece así como elemento normativo y legitimador de la relación filial con los hijos/as. Conyugalidad y relaciones filiales forman parte de un único sistema de representación identitario del parentesco, que configura el marco ideológico y moral dominante en las sociedades occidentales. En este sentido, se ha creado una imagen y representación de la familia "natural" como aquella en la que la pareja conyugal, la progenitora y la parental son una misma realidad. De acuerdo a este modelo los significados de los términos de parentesco no presentan duda: el padre es el progenitor y el que está casado con la madre; la madre es la progenitora y la que está casada con el padre. Creación cultural, ficción jurídica, y legitimación social se aúnan dando origen a un modelo de parentesco centrado en la sexualidad / procreación y a un tipo de familia, nuclear, monógama, heterosexual, biocéntrica, y, por lo tanto, "natural".
Sin embargo, este modelo que podemos considerar hegemónico, es contestado por las prácticas de los actores que modifican, reinventan y crean nuevas fórmulas de relaciones de pareja, familiares y de parentesco. La identificación entre pareja progenitora, pareja conyugal y pareja parental ha sido puesta en cuestión por otras configuraciones familiares como las familias homoparentales, monoparentales/monomarentales por elección (adopción y reproducción asistida) y las reconstituidas, resultado entre otros factores, de disociar sexualidad/ reproducción, indisolubilidad del matrimonio/divorcio.
Estos cambios en las configuraciones familiares, relaciones sexuales, institución matrimonial, formas de reproducción, roles de género, encuentran su expresión en los términos de parentesco, puesto que los significados tienen sentido en relación a los marcos de referencia, cuando éstos cambian, también lo hacen los primeros. Las "certezas" del parentesco fundamentadas en las "certezas" biológicas se tambalean, desvelando la naturaleza social del parentesco, y constituyéndose en motivo de reflexión, algo que hasta ahora era monopolio de los especialistas y expertos en parentesco y familia. Las "certezas" han dejado paso a la incertidumbre, la innovación, la negociación y la reflexividad. Un caso paradigmático es lo que ocurre con las familias reconstituidas en las que la pareja progenitora, conyugal y parental no coincide: el padre ha dejado de ser el esposo de la madre, y la madre, la esposa del padre. ¿Cómo nombrar a esas personas que se incorporan al universo familiar a través de su relación con la madre y/o el padre? ¿Cómo nombrar a esa persona, cuya posición genealógica de progenitor/a no se corresponde con las funciones parentales que socialmente se le atribuyen? ¿Cómo llamar a los hijos/as de la nueva pareja con los que se convive diariamente? ¿Cómo llamar al hijo/a de la nueva relación del progenitor/a con el que no se convive? Estas preguntas son las que han orientado el contenido de esta comunicación y de la investigación realizada sobre las familias reconstituidas.
V:
Explicación:
Si es a una persona que no es de tu sangre (amigos, pareja, etc), cuando estén juntos por lo menos hace 2 años, es lo más sano ya que si lo consideras muy rápido, y no funciona, puedes terminar muy lastimad@