Desde fines de la Edad Media parte del clero manifestaba preocupación por la Iglesia: mientras mayor era su influencia en la política y su poder económico, más parecía alejarse de sus funciones pastorales y de las enseñanzas de Cristo respecto a la humildad y la pobreza. ¿Cuales son las criticas realizadas al clero? *
A) La escasa preparación cultural de algunos sacerdotes.
B) La poca labor pastoral de algunos sacerdotes.
C) La compra de cargos sacerdotales.
D) Todas las anteriores.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El pobre y la pobreza han existido desde la Antigüedad tardía, así lo señala Mollat. Los pobres siempre fueron abundantes en número, de ahí que las autoridades en turno dictaran diferentes medidas para su control; por ejemplo, el intento por frenar el éxodo rural a la capital de Constantinopla. Las causas que propiciaron la pobreza son múltiples, una de ellas, los cambios climáticos que tuvieron efectos negativos sobre las cosechas, lo cual derivó en una hambruna generalizada y, el consecuente incremento de pobres. En temas de salud, las constantes epidemias y la nula capacidad para enfrentarlas, mucho menos erradicarlas, provocaron la muerte de miles de personas, generalmente pobres. Ante un panorama tan devastador, la caridad, como una de las principales virtudes teologales, base de toda la espiritualidad religiosa, se convierte en la fuente principal de protección de los pobres. Dicha virtud fue practicada por monjes y obispos tanto en Oriente como en Occidente, ellos dieron los primeros ejemplos de penuria material. En las grandes ciudades donde proliferaba la pobreza fueron práctica común las homilías que comentaban pasajes evangélicos; los Padres de la Iglesia, griegos y latinos fueron un principio de reflexión común. Poco a poco, se formó la conciencia social de la miseria y el deber de aliviarla, de tal manera que en la época merovingia fue común que el pobre solicitara el patronato de un poderoso; llama la atención que este tipo de protección se realizara mediante un contrato perpetuo. Mención especial merecen los Concilios que tendieron a normar la existencia del pobre, brindándoles ayuda y protección. En el año 500, no menos de cuarenta y un concilios o sínodos, de los cuales 18 se celebraron en Francia, se ocuparon de los pobres; por ejemplo, el Concilio de Macon en 585, prohibió a algunos obispos rodearse de perros a fin de no impedir que los pobres se les acercaran en busca de ayuda; por su parte el concilio de Aquisgrán, se encargó de definir al pauper (pobre) carolingio, como "un hombre libre que poseía y transmitía algunos bienes, sometido a cargas y dependencias multiformes" (p. 36), distinguiéndolo del indigente, una persona con un grado mayor de pobreza y, asociado a la criminalidad. Así pues, Oriente y Occidente mostraron al cristiano pobre una actitud solidaria ante el sufrimiento por medio de la práctica caritativa, la cual fungió como un vínculo "entre el Cielo y la Tierra". En la vida cotidiana la caridad se materializó a través de la limosna, la cual paulatinamente se convirtió en un deber y, como tal, tuvo diferentes manifestaciones. Fueron los obispos quienes otorgaban la limosna, previo registro que se hacía del "pobre" en una lista nominal llamada matrícula; tales religiosos tuvieron un papel importante, pues se convirtieron en "padre de los pobres"; entre sus funciones estaba el despertar la caridad entre clérigos y laicos convenciéndolos de que todos eran hijos del mismo Padre "que está en los Cielos", así como de una Madre, la Santa Iglesia. En ese mismo sentido, los monasterios fueron importantes centros de ayuda al "pobre"; desde su fundación por san Benito de Nursia, la caridad benedictina acogió y le dio albergue al pobre. Igualmente, los ermitaños, hombres y mujeres de un nivel económico elevado y con cierta preparación, que inspirándose en san Pablo quisieron imitar a Cristo volviéndose pobres, ayudaron y protegieron al menesteroso; se trata de predicadores e itinerantes que aparecieron durante la reforma gregoriana, dedicados a dar asistencia al "pobre" en los bosques medievales. Su labor estuvo apoyada por la aparición de textos pedagógicos, como el cartulario del Mas-d'Azil, que promovía la caridad al prójimo a través de varias propuestas como "guardar siempre la caridad en el corazón", aliviar a los pobres, visitar a los enfermos, sepultar a los muertos, todo desde la perspectiva de salvación. Asimismo, la participación de las órdenes mendicantes dirigidas por sus fundadores santo Domingo y san Francisco proclamaba a través de sus sermones, el valor humano y espiritual que poseían los pobres. Su predicación fue tan importante que en el IV Concilio de Letrán (1215-1216) se promovió la enseñanza moral y espiritual de la caridad brindada por los dominicos. Paralelamente, el apoyo impulsado por los laicos dio paso a la formación de cofradías y congregaciones.