Musica, pregunta formulada por erickmontoyajm, hace 1 mes

Descubre los elementos más importantes del video Guayaquileño Madera de Guerrero.
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Respuestas a la pregunta

Contestado por cristinarengifo2306
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Respuesta:

El mestizaje cultural, trajo consigo relaciones de dominación entre razas, sexos y géneros; el patrón heterosexual fue el impuesto como norma de convivencia en el que la mujer estaría condenada a la sumisión, dependiendo emocional, material y simbólicamente del hombre. Buena parte de la música y su texto creada e interpretada bajo estas circunstancias, refleja las complejas relaciones de poder surgidas de las imposiciones coloniales de raza y  sexo.

Explicación:

Partiendo de un concepto de música popular como la organización de sonidos consumida e interpretada por grupos sociales específicos, sujeta o no a la industrialización y masificación, la canción popular de tradición ecuatoriana es el producto de fusiones de elementos plurinacionales, indígenas  y coloniales europeos, es decir es el producto de un mestizaje, planteado desde la construcción simbólica, como fruto del proceso de devorarse unas cultura a las otras junto con sus códigos, códigofagia diría Bolívar Echeverría.

La llamada música de salón del siglo XIX como vals, polka, cuadrilla, entre otras, engulleron las sonoridades nativas, mientras que otras se fusionaron dando como resultado géneros musicales de singular variedad rítmica, poco conocidos fuera del país, como pasillo, sanjuanito, yaraví, albazo, capishca, tonada, yumbo, moño, amor fino, bomba y una abundante variedad desarrollada sobretodo en las regiones de la sierra y costa con textos que en buena proporción han normalizado la subalternidad femenina y enaltecido la tez blanca; en el oriente la resistencia a las colonias fue recia, a tal punto que culturas como la Shuar, Awá, Chachi, Épera, Zápara o Siona, se sostienen en alguna medida con su coherencia sonora ancestral.

Mencionemos algunos ejemplos de obras y estilos que revelan asimetrías entre géneros sociales y razas:

En el pasillo “Mi último adiós” de Miguel Rojas con texto de Ernesto Sandoval, el sentimiento amoroso viene acompañado del sentido naturalizado de propiedad que ejerce el varón sobre la mujer. En el famoso pasillo “Historia de una ingrata” interpretado por Julio Jaramillo con texto de Eusebio Macías Suárez y música de Carlos Rubira Infante, la culpa del fracaso amoroso también lleva a cuestas la mujer aunque se requiera de otra de ellas para aliviar el mal causado. El pasacalle “Guayaquileño madera de guerrero”, letra y música de Carlos Rubira Infante, expresa la masculinidad con comportamientos institucionalizados, con los cuales se debe construir al hombre desde su crianza para ser valiente, jamás sentir temor, tener coraje y tener madera de guerrero para afrontar cualquier disputa, mientras que el rol de la mujer se limita a ser linda. Los estilos rocolero y chichero que se masificaron desde la década del setenta entre varios sectores sociales conllevan también textos violentos y lesivos hacia la mujer.

A pesar de la agresión que acarrea la música popular de consumo de tradición ecuatoriana o no, existen prácticas populares que están reinventando música y texto como discursos sonoros estratégicos para acceder a otros conceptos de estructuras sociales, de género, raza y de forma musical,  aprovechando la multiculturalidad, portadora de valores y tradiciones perdidas que reclaman creatividad, renovación y equidad en diálogo con la educación, política y cultura.

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