desarrollo cultural del país durante el siglo xxi, evidencias de una revolución cultural
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Revolución cultural en Venezuela
Todo tipo de revolución implica cambios profundos y en cierta medida radicales, rompiendo con el status quo previo. Puede hablarse así de revolución política, revolución económica, o también de revolución cultural ( no así de revolución social, que para autores como Theda Skocpol tiene una connotación mayor, ya que involucra a toda la sociedad y no únicamente a ámbitos de ella, como el político o el económico, generando cambios sustanciales y dramáticos a nivel global. Revisar su clásico libro States and Social Revolutions: A Comparative Analysis of France, Russia, and China, Cambridge University Press (New York), 1979). El término "revolución cultural" suele tener dos acepciones, una positiva (como la que tuvo lugar en Europa con la Ilustración en el siglo XVII) y otra más bien negativa, usualmente asociada con la idea de "revolución cultural" que nos dejó Mao Zedong. Es tal vez por todo esto que me llamó mucho la atención el título de un artículo que publicó hoy día El Comercio, que a su vez lo recoge de El Tiempo de Bogotá, Colombia: La revolución cultural de Chávez. Un título sugerente, que tal vez sin querer juega con las dos acepciones antes mencionadas. El artículo, pese a su carácter periodístico ( es decir, corto y no muy profundo) me resultó interesante por su contraste de pros y contras y porque carece de esos juicios apresurados y sentidos comunes que a cada rato veo en la prensa peruana. Contrasta la revolución cultural chavista como expansión de la cultura con la revolución cultural chavista tomada como imposición de ciertas reglas o paradigmas en la creación artística. Bastante centrado y poco prejuicioso, con la imparcialidad que a veces se extraña:

La revolución cultural de Chávez
El Gobierno incrementó el presupuesto para la promoción de la cultura, reactivando editoriales o construyendo museos. Sin embargo, se margina a artistas opositores al régimen.
Por Valentina Lares Martiz, corresponsal de "El Tiempo" de Colombia
CARACAS. De un total de 25 millones de dólares que se destinaron en 1999, el presupuesto de la cultura en Venezuela pasó a 67 millones en el 2003 y 291 millones este año. Sin embargo, se discrimina a aquellos artistas que se atreven a pensar distinto del Gobierno.
Como casi todos los espacios de la vida venezolana, la 'revolución bolivariana' ha llegado con toda su fuerza a la cultura. Y así como un día el Gobierno reparte, completamente gratis, un millón de ediciones de "El Quijote" en plazas públicas, otro día excluye a los poetas más importantes del país del Festival Mundial de Poesía.
El año pasado creó la Villa del Cine para promover la producción de 18 películas, con un capital inicial de 13 millones de dólares, y hace un mes le asignó 17 millones de dólares solo al actor estadounidense Danny Glover, para que este ruede el largometraje "Toussaint", sobre el héroe haitiano. Esta aparente confusión de decisiones, sin embargo, no lo es a la luz de los objetivos de la administración.
"Avanzamos hacia la sinceración (sic) de las instituciones culturales --ya basta de organismos sostenidos con dinero del Estado, manejados por unos pocos personajes-- (...) y hacia la democratización; no descansaremos hasta que todos los venezolanos tengan acceso a la cultura", dijo a "El Tiempo" el ministro de la Cultura, Francisco Sesto.
Lo bueno es que esta "democratización" logra la masificación de ciertos productos culturales. Es perceptible en el área editorial, en la cual, además de la entrega masiva de libros, el Gobierno reactivó la prestigiosa editorial estatal Monte Ávila (canceló una deuda con imprentas y autores por más de 300.000 dólares), ha creado una nueva llamada El Perro y La Rana, y retomó la Biblioteca Ayacucho. Con estas miras, el Gobierno pondrá a trabajar el 15 julio una imprenta capaz de producir 8.000 libros por hora.
La expansión será también en el área de museos. Ya están listos los proyectos de ocho nuevos grandes museos (de Arquitectura, de La Palabra, de Ciencia y Tecnología, entre otros), cuya construcción ordenó el presidente Hugo Chávez en el 2004. Lo mismo ocurre con la Villa del Cine, complejo de estudios y sets de producción y posproducción cinematográfica, que espera haber realizado para finales de este año 18 películas y otros tantos cortometrajes.
La cultura también ha ganado un espacio en la estructura del Estado. Pasó de ser dependencia del Ministerio de Educación a tener identidad propia gracias a la creación del Ministerio de la Cultura. De 25 millones de dólares en 1999, su presupuesto pasó a 67 millones en el 2003 y 291 millones este año.
LO MALO
Pero a la expansión se contrapone la discriminación. Al autor, artista o cineasta que exprese una posición contra el Gobierno se le aplica, sin rodeos, el ostracismo cultural. Un ejemplo es el de Antonio Pasquali, uno de los expertos en comunicación social más importantes de América Latina, cuyos derechos de autor le fueron devueltos por la editorial estatal Monte Ávila.
Todo tipo de revolución implica cambios profundos y en cierta medida radicales, rompiendo con el status quo previo. Puede hablarse así de revolución política, revolución económica, o también de revolución cultural ( no así de revolución social, que para autores como Theda Skocpol tiene una connotación mayor, ya que involucra a toda la sociedad y no únicamente a ámbitos de ella, como el político o el económico, generando cambios sustanciales y dramáticos a nivel global. Revisar su clásico libro States and Social Revolutions: A Comparative Analysis of France, Russia, and China, Cambridge University Press (New York), 1979). El término "revolución cultural" suele tener dos acepciones, una positiva (como la que tuvo lugar en Europa con la Ilustración en el siglo XVII) y otra más bien negativa, usualmente asociada con la idea de "revolución cultural" que nos dejó Mao Zedong. Es tal vez por todo esto que me llamó mucho la atención el título de un artículo que publicó hoy día El Comercio, que a su vez lo recoge de El Tiempo de Bogotá, Colombia: La revolución cultural de Chávez. Un título sugerente, que tal vez sin querer juega con las dos acepciones antes mencionadas. El artículo, pese a su carácter periodístico ( es decir, corto y no muy profundo) me resultó interesante por su contraste de pros y contras y porque carece de esos juicios apresurados y sentidos comunes que a cada rato veo en la prensa peruana. Contrasta la revolución cultural chavista como expansión de la cultura con la revolución cultural chavista tomada como imposición de ciertas reglas o paradigmas en la creación artística. Bastante centrado y poco prejuicioso, con la imparcialidad que a veces se extraña:

La revolución cultural de Chávez
El Gobierno incrementó el presupuesto para la promoción de la cultura, reactivando editoriales o construyendo museos. Sin embargo, se margina a artistas opositores al régimen.
Por Valentina Lares Martiz, corresponsal de "El Tiempo" de Colombia
CARACAS. De un total de 25 millones de dólares que se destinaron en 1999, el presupuesto de la cultura en Venezuela pasó a 67 millones en el 2003 y 291 millones este año. Sin embargo, se discrimina a aquellos artistas que se atreven a pensar distinto del Gobierno.
Como casi todos los espacios de la vida venezolana, la 'revolución bolivariana' ha llegado con toda su fuerza a la cultura. Y así como un día el Gobierno reparte, completamente gratis, un millón de ediciones de "El Quijote" en plazas públicas, otro día excluye a los poetas más importantes del país del Festival Mundial de Poesía.
El año pasado creó la Villa del Cine para promover la producción de 18 películas, con un capital inicial de 13 millones de dólares, y hace un mes le asignó 17 millones de dólares solo al actor estadounidense Danny Glover, para que este ruede el largometraje "Toussaint", sobre el héroe haitiano. Esta aparente confusión de decisiones, sin embargo, no lo es a la luz de los objetivos de la administración.
"Avanzamos hacia la sinceración (sic) de las instituciones culturales --ya basta de organismos sostenidos con dinero del Estado, manejados por unos pocos personajes-- (...) y hacia la democratización; no descansaremos hasta que todos los venezolanos tengan acceso a la cultura", dijo a "El Tiempo" el ministro de la Cultura, Francisco Sesto.
Lo bueno es que esta "democratización" logra la masificación de ciertos productos culturales. Es perceptible en el área editorial, en la cual, además de la entrega masiva de libros, el Gobierno reactivó la prestigiosa editorial estatal Monte Ávila (canceló una deuda con imprentas y autores por más de 300.000 dólares), ha creado una nueva llamada El Perro y La Rana, y retomó la Biblioteca Ayacucho. Con estas miras, el Gobierno pondrá a trabajar el 15 julio una imprenta capaz de producir 8.000 libros por hora.
La expansión será también en el área de museos. Ya están listos los proyectos de ocho nuevos grandes museos (de Arquitectura, de La Palabra, de Ciencia y Tecnología, entre otros), cuya construcción ordenó el presidente Hugo Chávez en el 2004. Lo mismo ocurre con la Villa del Cine, complejo de estudios y sets de producción y posproducción cinematográfica, que espera haber realizado para finales de este año 18 películas y otros tantos cortometrajes.
La cultura también ha ganado un espacio en la estructura del Estado. Pasó de ser dependencia del Ministerio de Educación a tener identidad propia gracias a la creación del Ministerio de la Cultura. De 25 millones de dólares en 1999, su presupuesto pasó a 67 millones en el 2003 y 291 millones este año.
LO MALO
Pero a la expansión se contrapone la discriminación. Al autor, artista o cineasta que exprese una posición contra el Gobierno se le aplica, sin rodeos, el ostracismo cultural. Un ejemplo es el de Antonio Pasquali, uno de los expertos en comunicación social más importantes de América Latina, cuyos derechos de autor le fueron devueltos por la editorial estatal Monte Ávila.
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