¿De que viven las personas inactivas?
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La población inactiva son aquellas personas de 16 o más años que no se incorporan al mercado laboral, es decir, que no son ocupados ni parados. Los grupos que forman este colectivo son los estudiantes, los prejubilados y jubilados, aquellas personas que se dedican a las labores del hogar, los que tienen una incapacidad permanente, otras personas que perciben alguna pensión, pero que no son ni jubilados ni prejubilados, y personas que realizan sin remuneración trabajos sociales o actividades benéficas, principalmente. Por otro lado, la población activa la forman los ocupados y los parados.
De ntro de los grupos de población inactiva, las personas que tienen mayor probabilidad de decidir su incorporación o no a formar parte de la población activa son el colectivo comprendido entre los 25 y 64 años. Los resultados de la EPA indican que, si se toma como referencia este grupo de edad, la población ha aumentado en casi 570.000 personas entre 2007 y 2013 -a pesar del descenso que ya se ha producido en 2013-, mientras que la población activa se ha incrementado en algo más de 1,5 millones de personas. Esa notable diferencia se debe a un descenso de la población inactiva de 939.000 personas en el tramo de edad mencionado. Gran parte de la caída de este colectivo se centra en el segmento denominado por el INE de labores del hogar, con casi 900.000 personas, y más de un millón desde 2005. Es decir, el 94,7% del descenso de la población inactiva se concentra en este segmento.
Este cambio entre población activa e inactiva obedece, por un lado, a la progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral, una tendencia que se viene observando en los últimos 25 años e, incluso, en los años recientes de crisis económica. De hecho, la tasa de actividad femenina es creciente en todo este periodo y se extiende además a todos los tramos de edad, concretamente han subido 25 puntos desde 1977 hasta la actualidad. Otro factor que también ha podido influir es la pérdida de ingresos que se ha producido en los hogares como consecuencia de la crisis económica de los últimos años. Es decir, ante la falta de ingreso del hogar por aumento del desempleo e incluso por la terminación del subsidio de desempleo, una persona que hasta ahora se había dedicado a las labores del hogar decide incorporarse al mercado de trabajo para intentar contribuir al sustento del núcleo familiar. Es lo más lógico y normal ante una situación difícil.
Hay que señalar que este notable trasvase de población inactiva a activa, en un contexto de pérdida de puestos de trabajo, ha contribuido al ya de por sí dramático incremento de las tasas de desempleo. Así, en 2007, la tasa de desempleo para el colectivo de personas de 25 a 64 años fue del 7,1% de media anual y en 2013 dicha tasa de paro para este grupo de edad se ha situado en el 23,9% de media.
Realizando un hipotético ejercicio teórico, en el cual el número de personas inactivas dentro de la categoría de labores del hogar hubiese permanecido sin variación y manteniendo la evolución que se ha producido en el resto de las variables del mercado de trabajo, tendríamos que el número de desempleados sería de casi 900.000 personas menos en este intervalo de edad. En consecuencia, la tasa de paro estaría situada en 2013 en el 20,6%, es decir 3,3 puntos menos que lo que realmente se ha producido. Es una realidad estadística, no una opinión.
Por lo tanto, la mayor incorporación de personas al mercado laboral que se ha registrado según la EPA hasta finales de 2012 sí ha tenido un efecto al alza en la tasa de paro. El hecho de que el descenso de inactivos se concentre en el segmento de labores del hogar ha sido un fenómeno que merece destacarse en el diagnóstico del mercado laboral. Querer obviarlo es falsificar la realidad. Nada mejor que analizar y explicar los datos sin tergiversaciones intelectuales ni demagogia. Es hora de análisis y propuestas concretas, que las hay si se estudian con detenimiento.
De ntro de los grupos de población inactiva, las personas que tienen mayor probabilidad de decidir su incorporación o no a formar parte de la población activa son el colectivo comprendido entre los 25 y 64 años. Los resultados de la EPA indican que, si se toma como referencia este grupo de edad, la población ha aumentado en casi 570.000 personas entre 2007 y 2013 -a pesar del descenso que ya se ha producido en 2013-, mientras que la población activa se ha incrementado en algo más de 1,5 millones de personas. Esa notable diferencia se debe a un descenso de la población inactiva de 939.000 personas en el tramo de edad mencionado. Gran parte de la caída de este colectivo se centra en el segmento denominado por el INE de labores del hogar, con casi 900.000 personas, y más de un millón desde 2005. Es decir, el 94,7% del descenso de la población inactiva se concentra en este segmento.
Este cambio entre población activa e inactiva obedece, por un lado, a la progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral, una tendencia que se viene observando en los últimos 25 años e, incluso, en los años recientes de crisis económica. De hecho, la tasa de actividad femenina es creciente en todo este periodo y se extiende además a todos los tramos de edad, concretamente han subido 25 puntos desde 1977 hasta la actualidad. Otro factor que también ha podido influir es la pérdida de ingresos que se ha producido en los hogares como consecuencia de la crisis económica de los últimos años. Es decir, ante la falta de ingreso del hogar por aumento del desempleo e incluso por la terminación del subsidio de desempleo, una persona que hasta ahora se había dedicado a las labores del hogar decide incorporarse al mercado de trabajo para intentar contribuir al sustento del núcleo familiar. Es lo más lógico y normal ante una situación difícil.
Hay que señalar que este notable trasvase de población inactiva a activa, en un contexto de pérdida de puestos de trabajo, ha contribuido al ya de por sí dramático incremento de las tasas de desempleo. Así, en 2007, la tasa de desempleo para el colectivo de personas de 25 a 64 años fue del 7,1% de media anual y en 2013 dicha tasa de paro para este grupo de edad se ha situado en el 23,9% de media.
Realizando un hipotético ejercicio teórico, en el cual el número de personas inactivas dentro de la categoría de labores del hogar hubiese permanecido sin variación y manteniendo la evolución que se ha producido en el resto de las variables del mercado de trabajo, tendríamos que el número de desempleados sería de casi 900.000 personas menos en este intervalo de edad. En consecuencia, la tasa de paro estaría situada en 2013 en el 20,6%, es decir 3,3 puntos menos que lo que realmente se ha producido. Es una realidad estadística, no una opinión.
Por lo tanto, la mayor incorporación de personas al mercado laboral que se ha registrado según la EPA hasta finales de 2012 sí ha tenido un efecto al alza en la tasa de paro. El hecho de que el descenso de inactivos se concentre en el segmento de labores del hogar ha sido un fenómeno que merece destacarse en el diagnóstico del mercado laboral. Querer obviarlo es falsificar la realidad. Nada mejor que analizar y explicar los datos sin tergiversaciones intelectuales ni demagogia. Es hora de análisis y propuestas concretas, que las hay si se estudian con detenimiento.
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