Castellano, pregunta formulada por Mintipot, hace 3 meses

De que se trata el capítulo 27 del príncipe y el mendigo?

Respuestas a la pregunta

Contestado por ksanchezurrea20
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Explicación:

Como todos los calabozos estaban ocupados, los dos amigos fueron encadenados en un gran aposento, donde se custodiaba a las personas acusadas de delitos de menor cuantía.

Contestado por myriamcardenas381
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Respuesta:

Como las celdas de la cárcel estaban todas ocupadas, los dos amigos fueron encadenados y pasaron a una sala espaciosa donde se tenía encerradas a las personas acusadas de delitos leves. Tenían compañía, porque había allí unos veinte reclusos de ambos sexos y distintas edades, con esposas y grilletes, una chusma soez y tumultuosa. El rey se lamentaba amargamente de la indignidad a que se veía sometida su realeza, pero Hendon estaba irritable y taciturno. Se sentía completamente desconcertado. Había llegado a su hogar, como un hijo pródigo feliz y jubiloso, con la esperanza de que todos le iban a recibir locos de alegría al verle regresar, y en lugar de eso se veía acogido con frialdad y conducido a la cárcel. Su ilusión y la realidad eran tan distintas, que el contraste le dejaba aturdido; no hubiera podido decir si resultaba trágico o grotesco. Su caso era algo así como el de un hombre que hubiera estado bailando gozoso, en espera de ver aparecer el arco iris, y se sintiera inesperadamente herido por un rayo.

Pero gradualmente sus pensamientos confusos y revueltos comenzaron a adquirir cierta hilación, y entonces todo su espíritu se concentró en Edith. Reflexionó sobre su actitud en todos sus aspectos, pero no consiguió poner nada en claro. Sin embargo, finalmente, comprendió que la joven le había reconocido, pero le repudiaba por razones interesadas. Hubiera querido maldecir su nombre, pero éste había sido tanto tiempo sagrado para él, que su lengua se negaba a profanarlo.

Envueltos en mantas de calabozo, sucias y hechas jirones, Hendon y el rey pasaron una noche terrible. Un carcelero sobornado procuró licores a algunos de los presos, naturalmente éstos empezaron cantando canciones obscenas y acabaron peleándose y gritando con una algarabía ensordecedora. Por fin, poco después de medianoche, un hombre agredió a una mujer, y la dejó medio muerta, golpeándole la cabeza con las esposas, antes de que el carcelero tuviera tiempo de acudir para salvarla. Este restableció el orden propinando al preso un tremendo vapuleo, y entonces cesó el barullo y pudieron dormir todos los que no hacían el menor caso de los lamentos de los dos heridos.

Durante la semana siguiente, los días y las noches fueron de una igualdad monótona en lo que concierne a los acontecimientos. Individuos cuyas facciones recordaba Hendon más o menos distintamente, se acercaban de día para contemplar al «impostor» y para repudiarle e insultarle; y por la noche la gran juerga con sus riñas consiguientes se repetía con regularidad matemática. Sin embargo, por fin se produjo un hecho nuevo. El carcelero hizo entrar a un anciano, y le dijo:

Explicación:

hay mucho ahorita te mando el resto pero si me regalas la coronita

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