de que manera el hombre ha influido en la historia de la humanidad?
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El hombre es un ser histórico. Esta afirmación puede tener varias interpretaciones y puede ser válida desde diversos puntos de vista. Sin embargo, a mi juicio, considero que la interpretación que más recoge el sentido mundano de la vida, es decir, ese sentido que afirma la condición existencial del ser humano al arraigarlo al mundo, es el que desarrolla Marx en su concepción filosófica del materialismo histórico. Es necesario tener esto presente, cuando desde posiciones teístas se hace la misma afirmación sobre esa condición del hombre. También el cristianismo, por ejemplo, asevera que el hombre es un ser histórico, pero incorporando la presencia de Dios dentro de esa historicidad, lo que le otorga un matiz muy diferente a tal categoría humana, pues deja al hombre en un segundo plano respecto a la divinidad. Con esto se niega la libertad de los hombres para escribir su propia historia y, por lo mismo, se le excusa su responsabilidad ante la humanidad.
Explicación:
Uno de ellos fue Prometeo, quien ulteriormente formó a los seres humanos a partir del limo de la tierra, y para animarlos robó el fuego de los dioses, motivo por el cual Zeus lo castigó encadenándolo mientras un águila le devoraba el hígado; hasta que Heracles, conmovido por el sufrimiento de Prometeo, lo salva de aquel suplicio. Una explicación menos romántica y trágica es la que presenta el génesis de la tradición judeo-cristiana aunque no deja de recurrir a la creación divina establece que el hombre fue creado a imagen y semejanza de su creador: «Dios el señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir».
El surgimiento del hombre en la cosmogonía maya precolombina, no se realizó en una sola etapa de la creación. Para ellos, fue el producto de una serie de modificaciones hechas por los dioses, debido a la imperfección de los hombres que paulatinamente fueron creados. En primera instancia, los hombres de lodo fueron desbaratados por su incapacidad para moverse y porque tenían velada la vista. Posteriormente construyeron a los hombres de madera, pero carecían de alma, se olvidaron de sus creadores y se volvieron desdichados. Después de las creaciones infructuosas hechas por los dioses; fueron creados los hombres de maíz. «De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre». En este caso, la adaptación de elementos propios y comunes demuestra la necesidad lógica de interpretación. En la Grecia antigua, se presentaba la misma idea utilitaria. Tales de Mileto, uno de los más importantes pensadores griegos, indicaba que «El agua es la fuente o principio de todas las cosas, incluso de la condición humana».
Durante una gran parte de la historia de la humanidad la percepción del Génesis de la Biblia fue adoptada como explicación del origen del hombre gracias a que durante la última etapa del Imperio Romano Constantino instituye al cristianismo como religión formal de todas las tierras conquistadas. Posteriormente, la conquista europea en el «Nuevo Mundo», amplió e impuso la explicación religiosa.
En 1871, Charles Darwin publicó su obra: «El origen del hombre» y, aunque nunca fue terminante en aclarar tal origen, ofreció pruebas que relacionaban la aparición del hombre a partir de formas (animales) «inferiores». Sus testimonios concernientes con dichos estudios se relacionaban con estructuras homólogas presentes en animales distintos pero que pudieron haber tenido los mismos ancestros. La idea de las especies inmutables era ampliamente aceptada en ese entonces, y cualquier cuestionamiento en contra de lo que establecían los paradigmas religiosos resultaba ser un acto de herejía.
Como se puede constatar, en las concepciones fijistas; el deseo de la especie humana por querer descubrir su origen, no nació de los fundamentos evolutivos que estableciera Darwin. Sin embargo, a partir de su obra, surgió la posibilidad de explicar tal origen. Quizá la modificación más importante que se presentó a finales del siglo XIX fue la del pensamiento científico basado en los hechos y demostraciones. Bajo este enfoque, se dejó de considerar el creacionismo y el fijismo. El origen del hombre no yacía en la significación de un concepto estrecho y tendencioso, sino en el proceso evolutivo cuya relación concierne a todas las especies, incluyendo igualmente al hombre.
Los estudios referentes a la evolución del Homo sapiens, además de relacionarse con un sin fin de incógnitas que han sido parte de disertaciones filosóficas, teológicas y biológicas, también han sido factores importantes en el avance de diversas disciplinas científicas. La importancia de estos estudios fue intuida por Darwin hacia 1836: él manifestó la posibilidad de que todas especies estuvieran «dentro de la misma red», suceso que a la postre terminaría diluyendo el paradigma antropocentrista del origen divino del ser humano; de tal forma el hombre se percata de lo parecido y lo significativo que resultan ser las demás especies en franca contraposición a la contemplación indicada por la frase «El hombre, por la indefinida Naturaleza de la mente humana, cuando esta se sumerge en la ignorancia hace de sí mismo la regla del universo».