David era bastante anciano y sabía que su fin estaba cercano, sin embargo, tenía un gran deseo en el corazón: construir un templo al Señor, en el que todos pudieran adorarlo, y donde fuera posible guardar el arca con los Diez Mandamientos. Él comprendía que no tendría tiempo para ver la construcción lista, pero, por lo menos, la comenzaría.
Bajo la orientación de Dios, David abdicó del trono, y el profeta Natán ungió a Salomón como rey de Israel. Salomón era muy joven para ser rey y, antes de morir, David le dio un sabio consejo: pidió al hijo que hiciera la voluntad de Dios y le pidiera sabiduría para dirigir al pueblo, porque solamente así tendría éxito.
El muchacho hizo todo lo que su padre le había recomendado, y el Señor le concedió mucha sabiduría para gobernar y concluir la construcción del templo.
Uno de los primeros problemas que le trajeron envolvía a dos mujeres que pretendían ser la madre de un mismo bebé. ¿Cómo saber cuál de ellas era la verdadera? Salomón, sentado en su trono, escuchó atentamente la historia. Ellas vivían juntas y tenían bebés casi de la misma edad. Pero, una noche, uno de ellos murió. Y ahora cada una de ellas decía que el bebé vivo era el suyo. ¡Qué situación difícil!
— Tráiganme una espada – pidió Salomón.
¿Qué pretendía hacer él con la espada?
— ¡Ahora, traigan al niño! – ordenó el rey – Pártanlo por la mitad y den la mitad a cada una de ellas.
— ¡No! ¡No! – pidió la madre verdadera. – ¡Dé a ella el niño, pero no lo mate!
Salomón entregó el niño a la que imploró por la vida del bebé. Todos supieron, entonces, que Dios estaba con el rey, dándole sabiduría. Durante sus días de reinado, el pueblo fue muy feliz. Nunca antes habían sido tan ricos. Jamás habían disfrutado aquella paz.
La sabiduría de Salomón fue conocida en varios países. Entre las personas famosas que fueron a visitarlo, estaba la reina de Saba. Ella vivía en el sur de Arabia y su viaje a Jerusalén seguramente fue largo y cansador. Una gran comitiva la acompañaba, llevando muchos regalos a Salomón. La reina quería escuchar más de la sabiduría del famoso rey.
Salomón hizo cosas maravillosas. Construyó dos flotas de buques mercantes que recorrían el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo. Sin embargo, su obra más grandiosa fue la concreción del templo de Jerusalén. Todos trabajaron con tanto esmero que éste llegó a ser un monumento y un símbolo para los israelitas.
En el día de la inauguración, Salomón estaba feliz, porque no solamente había cumplido la promesa hecha a su padre como también entregaba al pueblo un lindo lugar para adorar a Dios.
El Señor usó a Salomón en sus emprendimientos porque él así lo permitió, por eso llegó a ser conocido como el hombre más sabio de la faz de la tierra.
Cuando permitimos que Dios nos use, él nos da sabiduría e inteligencia para hacer buenas elecciones y realizar nuestras tareas de la mejor manera posible 5 ACION DE ESTE TEXTO
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:0 mi historia Lol jsjsjs
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lol
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que locura
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