dar una reflexión sobre los peligros medioambientales que pueden producir los organismos transgénicos
Respuestas a la pregunta
Los alimentos transgénicos causan miedo en algunos sectores de la población, para quienes su prohibición o erradicación es la mejor manera de lidiar con ellos. Las críticas a los alimentos transgénicos se centran en los riesgos a la salud que pueden generar y en el oligopolio del mercado de las semillas por parte de multinacionales. Sin embargo, a pesar de los miedos, la ingeniería genética debe ser utilizada como un trampolín para la seguridad alimentaria e incluso para la misma salud. Es decir, estas plantas modificadas genéticamente pueden ser la mejor oportunidad de la humanidad para aumentar las cosechas sin aumentar el área cultivada, disminuir el uso de fertilizantes y pesticidas, e incluir mayores nutrientes en los alimentos. Lo que impactaría positivamente en el medio ambiente, la salud humana y la fauna y flora de nuestras naciones.
Es necesario que los alimentos transgénicos sean regulados, estudiados y analizados por las empresas que los producen, por los gobiernos y por otros terceros con capacidad de hacer exámenes como universidades, centros de investigación, clínicas, etc. Los alimentos transgénicos no pueden ser dejados simplemente al libre mercado ya que tienen muchísimas implicaciones humanas y ambientales, pero tampoco se debe pensar en eliminarlos del mundo y olvidarnos de esta tecnología. Los esfuerzos se deben centrar en dos líneas de trabajo, la primera es la referente a los impactos en la salud y la segunda en la contraposición de las posiciones monopólicas que puedan presentar las firmas que desarrollan estos alimentos. En la línea de análisis de la salud es importante que los alimentos sólo estén disponibles al público una vez hayan sido certificados como seguros por varias instituciones independientes. También, debe ser posible para los consumidores identificar los alimentos transgénicos y reconocer las implicaciones que pueden tener debido a sus modificaciones y los componentes químicos y biológicos que contienen los alimentos modificados. La segunda línea, la de los planteamientos antimonopólicos debe considerar como condición sine qua non que los campesinos y los productores pequeños y medianos, o todos los que así lo deseen, puedan seguir produciendo con sus propias semillas sin modificación genética. Esto no sólo beneficiaria a los productores, sino también a todos los consumidores que no quieran consumir alimentos transgénicos y prefieran alimentos “orgánicos”. En segundo lugar, dada la importancia de las semillas para el desarrollo humano debe haber una política de alimentos modificados genéticamente similar a la de los medicamentos, en donde también los productores puedan conseguir ‘semillas modificadas genéricas’.
Es cierto que las mayores dificultades para erradicar el hambre se sitúan en la distribución de alimentos y la inequidad en la riqueza y por tanto el hecho de que los alimentos transgénicos permitan producir mayor cantidad de alimentos tampoco se estaría solucionando el problema porque se dejarían las mayores causas sin solución. Sin embargo las plantas transgénicas si tienen el potencial para aliviar el problema del hambre y en este sentido se deberían centrar muchas de las investigaciones. El potencial mencionado radica en las oportunidades que hay para modificar las plantas de tal manera que necesiten menos nutrientes o menos agua para su crecimiento, o que sufran menos con patrones erráticos de lluvias. De esta manera se podría aumentar la producción de alimentos en regiones en donde hay escasez de alimentos y hambre, debido al bajo rendimiento de las cosechas por factores geográficos como, suelos pobres y poca fiabilidad de lluvias. Es así como se lograría aumentar la producción en las regiones que efectivamente lo necesitan para alimentar su población y no necesariamente en todo el mundo, lo que sólo llevaría a mayores desperdicios de alimentos si no se hace nada respecto a la distribución inequitativa.
Debemos mirar con optimismo y a la vez con recelo los alimentos transgénicos. Optimismo porque suponen una gran esperanza para la producción de alimentos, el medio ambiente y la salud humana si son bien manejados. Con recelo porque quienes los van a administrar son también humanos y están sujetos a su condición como tales, es decir a su condición humana. Condición de dualidad que nos hace ángeles y demonios, héroes y villanos, caritativos y avaros, grandes y pequeños, hombres y animales, etc.