DADES DEL PLAN LECTOR 6° Grado - Educación Primaria LEE LA SIGUIENTE LECT URA. EL SILVIDO DEL RUISEÑOR el nudo desenlace final
Respuestas a la pregunta
Una vez un viajero se puso una mañana en camino para ir a la capital, donde tenía unos
asuntos que resolver. Iba admirando la belleza de la campiña, cuando se encontró con otro hombre
que llevaba sujeto a la cintura un talego de mijo cuyos granos iba esparciendo por la carretera.
“Este hombre debe estar loco –pensó el viajero-. ¡Cómo puede esparcir la simiente en el camino,
donde ni un solo grano crecerá!” Y cuando llegó hasta él, le dijo en voz alta:
-¡Eh, buen hombre! ¿Pero no ve usted que lo que está haciendo es una tontería? Las carreteras
son de todos y en ellas no se puede sembrar. Además, en seguida vendrán los pájaros y se comerán
todos esos granos de mijo que usted está desperdiciando.
Al oír aquello, el hombre se detuvo y, dirigiéndose al viajero, le contestó:
- Voy a demostrarle que las cosas no son siempre lo que parecen. Venga, siéntese aquí unos
momentos al lado del camino y le contaré algo que sucedió hace mucho tiempo.
Los dos hombres se acomodaron bajo un árbol, y entonces el que había estado esparciendo la
semilla habló de este modo:
“Hace muchos, muchísimos años, el rey que gobernaba había depositado su confianza en un
tesorero. Era éste un hombre de origen humilde, pero por su propio esfuerzo, inteligencia y
honradez había llegado a hacer fortuna y a ganarse las simpatías y el favor de su soberano.
Como sucede siempre, esta preferencia hizo que muy pronto los más importantes personajes de la
corte empezaran a sentir envidia del favorito y a maquinar asechanzas contra él.
- Lo que tenemos que hacer es demostrar al rey que ese hombre es un malhechor y que, traicionando
la confianza que ha depositado en él, está tramando un complot para asesinarlo y sentarse en su
trono –dijo el chambelán-.
- Y, ¿cómo lo conseguiremos? –observó uno de los grandes señores allí reunidos-. El rey le hará mas
caso al tesorero que a nosotros y no prestará oídos a nuestras palabras.
- Nada más fácil –le contestó el chambelán-. Sobornaremos a unos cuantos testigos, quienes
confesarán bajo juramento que eran cómplices del tesorero.
Todos aprobaron esta idea, y enseguida pusieron manos a la obra. Cuando tuvieron comprados los
testigos se fueron a ver al soberano y, simulando una gran indignación, le hicieron ver que el tesorero
era un malvado traidor.
- Entréguenos a ese hombre –le dijeron- para que hagamos caer sobre su cabeza todo el peso de la
justicia.
Al principio, el rey no lo quería creer. Pero tanto y tanto le insistieron, que el buen soberano no
tuvo más remedio que admitir la traición de su tesorero. Con todo, como quiera que éste negaba
rotundamente haber fraguado el complot que le atribuían, el rey no quiso que le aplicaran enseguida
la pena de muerte.
- Llévenlo a un claro del bosque –dijo- donde el sol caiga sobre él durante todo el día y déjenlo
allí atado a un árbol hasta que confiese su culpa.
Explicación:
espero que te sirva