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La desaparición de los glaciares tropicales ubicados entre Ecuador, Bolivia, Colombia y Perú, en una zona de la cordillera de los Andes –de unos 1.700 km²–, afecta la disponibilidad de agua dulce y aumentaría el nivel del mar. Este tema es el centro de atención de la conferencia de la ONU sobre el cambio climático, que se realiza en Lima.
Su imparable retroceso en las últimas décadas aumenta la sospecha de la responsabilidad humana en un fenómeno tan dañino como la fundición de los casquetes polares.
Bolívar Cáceres, uno de los pioneros en la investigación de estos glaciares en Ecuador, donde hay entre siete volcanes nevados, desde hace 16 años sube regularmente al Antisana, a 50 km al sureste de Quito, en busca de datos que ayuden a entender lo que ocurre, pero cada vez tiene que escalar más alto para recolectarlos.
“Es impresionante cómo en estos pocos años ha retrocedido la superficie glaciar. Lamentablemente, no podemos hacer gran cosa. Muchos glaciares van a desaparecer”, dice el técnico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi). A 600 m de la cumbre del Antisana (de 5.700 m de altura) lenguas de nieve cuelgan liberando hilos de agua de colores, mientras riachuelos corren entre grandes rocas.
A fines de los años 80 Ecuador tenía 92 km² de superficie glaciar. Para el 2010, disminuyó a 42 km² y se estima que este año caerá a 38 km², según Cáceres. Una pérdida de entre 30% y 50%, igual a la de glaciares de Bolivia, Colombia y Perú.
Los científicos atribuyen el retroceso a los cambios cíclicos en la naturaleza, pero cada vez hay más evidencia de que detrás de la fusión está el calentamiento global asociado a la actividad humana, específicamente a las emisiones de dióxido de carbono a niveles industriales. “No sabemos aún en qué porcentaje esta actividad aceleró el derretimiento de los glaciares”, afirma Cáceres.
El aumento de 0,8 ºC en la temperatura del planeta ha afectado a todos los glaciares. “Lo peor ocurre en los polos, pero en las montañas tropicales el impacto es muy fuerte”, dice Olivier Dangles, director en Ecuador del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia.
La disminución de los glaciares de montaña provocaría un incremento del nivel oceánico de 24 cm, según un estudio del 2011, y afectaría el caudal y la composición de los ríos. “Dentro de los ríos que forman estos castillos (glaciares), hay bichos que cumplen una función importante”, dice Dangles. En los nevados, especies de moscas y ranas están amenazadas. Su falta supondría perder millones de años de evolución.