cueto corto de ay hay ahy
Respuestas a la pregunta
Cuenta la historia que hace muchos años hubo una singular reunión de tres grandes rivales: Sr. Ay, Srta. Hay y Don Ahí. Durante un siglo habían estado en contienda, pues se acusaban los unos a los otros de usurpadores. Con el tiempo descubrieron que algo andaba mal. Ninguno de ellos robaba la identidad a otro o tomaba el lugar que no les correspondía, sino que eran los escritores quienes los colocaban en el lugar equivocado, o quienes los escribían de forma incorrecta. Así que decidieron hacer a un lado sus rencillas y unirse por una buena causa.
–Ay, ¿es que no había un lugar más cerca en que nos pudiéramos reunir?— llegó quejándose el Sr. Ay al restaurante Buena Ortografía.
–Buenas Tardes, Sr. Ay — lo saludó la Srta. Hay — lamentablemente, este es el único restaurante seguro que hay por el área.
–Don Ahí viene, ¿verdad?
-Voltéese y mírelo ahí donde está, coqueteando con “Coma”, la mesera.
-Don Ahí, por aquí estamos, venga a sentarse por favor — le dijo con autoridad la Srta. Hay.
Don Ahí le hizo caso a la Srta. Hay, pero no por voluntad propia, sino porque de lejos vio venir hacia ellos al Sr. Punto, dueño del restaurante, y no quería causarle problemas a la mesera. Tome, este es mi número, me puede llamar ahí cuando desee — le dijo Don Ahí a Coma, la mesera, quien guardó el número en su delantal y se alejó de ahí.
-Buenas tardes, dijo Don Ahí, levantando el puntiagudo sombrero que llevaba sobre su “i” al saludar a la Srta. Hay. ¿Qué hay de nuevo?, preguntó en forma de burla.
-Llegas tarde Ahí, le comentó Ay.
-Ay, discúlpame, me encontraba en algunos asuntos — contestó Don Ahí en el mismo tono de sarcasmo.
-¡Bueno, a lo que vinimos! — cortó de forma brusca la Srta. Hay, evitando que Sr. Ay y Don Ahí comenzaran a discutir.
La situación que nos trajo hasta aquí es que, tenemos que encontrar la forma para que los escritores dejen de usarnos incorrectamente, y nos coloquen donde nos corresponde. Por esta razón, debemos unir nuestras fuerzas y organizarnos para detener este atropello, exclamó la Srta. Hay.
-Estoy de acuerdo con usted Srta. Hay, no soporto cuando me quitan mi hermoso y fino sombrero de mi hermosa “i”, y mucho menos cuando me cambian esta estilizada “i” por una escurridiza “y”; escalofríos me dan de solo pensarlo, dijo Don Ahí.
-Lo entiendo, Don Ahí, sé lo que se siente. Yo provengo de una distinguida familia del verbo “haber”, donde todos portamos orgullosos nuestra “h”, no imagina mi coraje al ver cuando me escriben sin “h”. ¿Cómo es posible que no vean que la “h” es lo que me hace diferente?, ¿saben lo que es eso? Un “hay” sin “h” es una ofensa para la familia. No tienen idea de cuántas veces he detenido a mis hermanos “había” y “habrá”, o a mi primo “hubo”, quien ya tiene bastante problemas con los quienes escribían e incluso con quieres que le llaman “hubieron”, cada vez que ven esta barbaridad. ¡Se acabó el abuso, esto hay que detenerlo ya!
-Ay ya, tener una “h” no te hace más que yo — dijo ofendido Sr. Ay.
-No lo dije para que se ofendiera Sr. Ay, pero entienda…
-No, claro que no la hace mejor que usted — interrumpió don Ahí — pero si la Srta. Hay no tuviera la “h” sería “Ay” y no tendría el mismo significado, trató de explicarle Don Ahí para evitar un encontronazo entre ambos.
-Es cierto. Disculpe Srta. Hay.
-No hay problema.
-Entonces, ¿qué haremos? — preguntó Don Ahí.
-Pues miren, había pensado en esto — comenzó a decir la Srta. Hay
Y así fue como la Srta. Hay, el Sr. Ay y Don Ahí crearon un plan para detener a los escritores. Se cuenta que unieron fuerzas con otras palabras que sufrían tanto como ellos al ser cambiadas o mal escritas. Se unieron a ellos “así”, quien decía que los humanos lo hacían ver más gordo escribiéndolo como “haci”. “Que”, quien con las nuevas tecnologías había sido sustituido por el “ke”, y que según él, le hacía perder el caché con los que tantos años había vivido. De esta forma siguieron uniéndose palabras indignadas. Estudiaron el plan, se organizaron. Ya estaban listos para luchar. Salieron a la calle y se levantaron en contra de los escritores.