cuentos de las aguas subterraneas
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El pueblo donde vivía un niño llamado Héctor estaba en problemas, no había llovido, los ríos cercanos ya comenzaban a secarse, los terrenos de cultivo estaban secos y la cosecha no podía crecer.
Héctor y su mamá tenían que caminar demasiado para conseguir agua en el pueblo cercano donde pasaba un río, cuando llegaron al río había mucha gente, los hombres acarreaban agua para beber y los niños nadaban en el río.
Mientras su madre llenaba los cántaros de agua, Héctor entró al río para bañarse, sólo a bañarse porque él no sabía nadar, por eso sólo miraba a los niños como flotaban sobre las aguas, él pensaba: “Parecen peces y no tienen miedo de ahogarse, mmm… lástima que yo no sé nadar”
Cuando Héctor y su madre regresaron a casa, se puso a jugar en el patio, dibujó en el suelo un río y prometió que un día aprendería a nadar.
Esa noche Héctor durmió profundamente y en sus sueños escuchó la voz de un hombre que surgía del agua y le decía: “Yo sé que tu corazón está triste”.
Héctor contestó: “No, no es verdad” y así estuvo insistiendo la voz hasta que Héctor abrió los ojos y vio que quien le hablaba era el señor del agua y le preguntó: “¿Tú eres el señor del agua?”, le contestó: “Sí, yo soy el señor del agua, de hecho, el agua es mi casa, mi morada, ven platiquemos”.
Héctor le dijo: “Mis padres me han hablado de ti, nosotros te hemos cuidado y respetado ¿Por qué ya casi no llegas a mi pueblo?”, a lo que el señor del agua le contestó: “En tu pueblo había agua en abundancia, pero la gente dejó de respetarme y por eso me alejé, pensé nunca volver pero ahora sé que hay personas como tú que me respetan y me cuidan”.
El señor del agua sonrió y le dijo: “Mmm creo que voy a volver a tu pueblo… ah por cierto, tú quieres nadar ¿Verdad? No es difícil si realmente te lo propones, lo lograrás”. Héctor respondió: “Quisiera pero… ¿Puedo lograrlo? ¡Siempre me da miedo!”
“Toma estos tres pescaditos, son mágicos, si los comes aprenderás a nadar, regresa al río a la mañana… eh solo te pido que me ayudes a que las personas respeten a mi casa”, respondió el señor del agua.
Héctor prometió que siempre sería respetuosos y trataría de que todos cuidaran el agua, después de esto se comió los pescaditos.
A la mañana siguiente su mamá lo despertó para ir de nuevo al río porque el agua que tenían no era suficiente. Llegando al río su perro se echó al río. Al ver como nadaba, Héctor se animó a nadar, su madre le ayudó a flotar y pronto Héctor pudo mantenerse solo.
A partir de ese día las lluvias comenzaron de nuevo y toda la gente empezó a respetar y cuidar el agua.