cuentos cortos relacionados con fiestas patrias
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LAS FIESTAS PATRIAS
Un suave ronronear se escuchaba en aquel lugar, las hojas de principios de otoño empezaban ya a surcar toda la calle, aquel conjunto de polvo, basura y despojos de vida enfrascaban aún mas aquella pobre mente, los rayos de sol comenzaban a disiparse, el ocaso llegaba y una noche fría parecía avecinarse.
Alicia se encontraba sentada en la banqueta, una pequeña gota había surgido de sus ojos, mezcla de sales y agua, mezcla de tristeza y desolación, no entendía lo que estaba pasando, no sabía que hacer, ¿cómo podría cambiar ella ahora su destino?
Todo comenzó la noche de fiestas patrias, una exaltación colmaba los cuerpos, se sabían libres, triunfadores, ya no pertenecían a un imperio, eran ellos ahora el imperio, el alcohol corría por las calles, música, juegos pirotécnicos y un calor avasallador.
Todos concordaron reunirse después del grito, la casa de Amanda era la mas adecuada, la casa alejada de todos, la que no tenía vigilantes, no existían padres ni reglas, solo libertad.
Una bandera tricolor ondeaba en la entrada, aquella águila se convertía ahora en el guardián, en el custodio de esa pobre juventud, una serie de notas y palabras en idiomas extranjeros marcaban el espacio, nadie las comprendía, nadie tenía por que entenderlas, los carros comenzaron a estacionarse en el terreno baldío de al lado.
-Llegaron las botellas-
-Llego el alma de la fiesta-
Eduardo acababa de llegar, el chico alegre, el camarada, el niño rico, retiraba de la cajuela las dos cajas de botellas que había comprado para la ocasión, los brazos de Alicia, Amanda, Ernesto y Luis no tardaron en ayudar, también traía botana, juegos pirotécnicos y hasta dos pistolas para sentirse muy mexicano. Faltaban aún José, Carmina, Angélica y su hermana.
Eran ya las dos de la mañana cuando el efecto embriagante envolvía los seres, las melodías suaves y cariñosas invitaban a realizar algo más aventurado, mas excitante; Ernesto fue el primero en girar la botella y la boca señalo a Carmina, como exige el ritual fue acreedora de un castigo; besar tierna y calurosamente a José, todos aplaudieron la decisión y valentía de aquella señorita, cientos de giros y besos, de risas y reproches, hasta que el destino señaló a Alicia como portadora del beso hacia Eduardo.
Una voz grito de pronto INCESTO, Alicia y Ernesto eran primos hermanos, pero ante la insistencia de los otros compañeros cedieron al castigo; una llama se encendió en los juveniles cuerpos, un calor que la misma sangre producía torno aquella situación totalmente placentera, después de ello, en cada turno buscaron sus labios, cuando la suerte no los favorecía y se encontraban frente a otro rostro, frente a otros labios su ser se llenaba de rabia, de celos.
La fiesta patria terminó siendo fiesta divina, un rito bacanal se fraguaba en aquella sencilla casa, entre risas y coqueteos, los jóvenes fueron tomando su pareja, fueron entregándose al descubrimiento del sexo, del placer, Alicia cedió y Ernesto dudando pero al mismo tiempo sintiéndose hombre descubrió la figura de su prima y se echaron hacia el viaje sublime. Un mes a pasado desde aquella noche, Ernesto ha evitado todo encuentro con Alicia, un pecado, un sacrilegio, un punto no aceptado por la sociedad, y Alicia se siente sola mas no se reprocha aquella acción, esa tarde ha decidido comenzar, ha decidido ser otra
Un suave ronronear se escuchaba en aquel lugar, las hojas de principios de otoño empezaban ya a surcar toda la calle, aquel conjunto de polvo, basura y despojos de vida enfrascaban aún mas aquella pobre mente, los rayos de sol comenzaban a disiparse, el ocaso llegaba y una noche fría parecía avecinarse.
Alicia se encontraba sentada en la banqueta, una pequeña gota había surgido de sus ojos, mezcla de sales y agua, mezcla de tristeza y desolación, no entendía lo que estaba pasando, no sabía que hacer, ¿cómo podría cambiar ella ahora su destino?
Todo comenzó la noche de fiestas patrias, una exaltación colmaba los cuerpos, se sabían libres, triunfadores, ya no pertenecían a un imperio, eran ellos ahora el imperio, el alcohol corría por las calles, música, juegos pirotécnicos y un calor avasallador.
Todos concordaron reunirse después del grito, la casa de Amanda era la mas adecuada, la casa alejada de todos, la que no tenía vigilantes, no existían padres ni reglas, solo libertad.
Una bandera tricolor ondeaba en la entrada, aquella águila se convertía ahora en el guardián, en el custodio de esa pobre juventud, una serie de notas y palabras en idiomas extranjeros marcaban el espacio, nadie las comprendía, nadie tenía por que entenderlas, los carros comenzaron a estacionarse en el terreno baldío de al lado.
-Llegaron las botellas-
-Llego el alma de la fiesta-
Eduardo acababa de llegar, el chico alegre, el camarada, el niño rico, retiraba de la cajuela las dos cajas de botellas que había comprado para la ocasión, los brazos de Alicia, Amanda, Ernesto y Luis no tardaron en ayudar, también traía botana, juegos pirotécnicos y hasta dos pistolas para sentirse muy mexicano. Faltaban aún José, Carmina, Angélica y su hermana.
Eran ya las dos de la mañana cuando el efecto embriagante envolvía los seres, las melodías suaves y cariñosas invitaban a realizar algo más aventurado, mas excitante; Ernesto fue el primero en girar la botella y la boca señalo a Carmina, como exige el ritual fue acreedora de un castigo; besar tierna y calurosamente a José, todos aplaudieron la decisión y valentía de aquella señorita, cientos de giros y besos, de risas y reproches, hasta que el destino señaló a Alicia como portadora del beso hacia Eduardo.
Una voz grito de pronto INCESTO, Alicia y Ernesto eran primos hermanos, pero ante la insistencia de los otros compañeros cedieron al castigo; una llama se encendió en los juveniles cuerpos, un calor que la misma sangre producía torno aquella situación totalmente placentera, después de ello, en cada turno buscaron sus labios, cuando la suerte no los favorecía y se encontraban frente a otro rostro, frente a otros labios su ser se llenaba de rabia, de celos.
La fiesta patria terminó siendo fiesta divina, un rito bacanal se fraguaba en aquella sencilla casa, entre risas y coqueteos, los jóvenes fueron tomando su pareja, fueron entregándose al descubrimiento del sexo, del placer, Alicia cedió y Ernesto dudando pero al mismo tiempo sintiéndose hombre descubrió la figura de su prima y se echaron hacia el viaje sublime. Un mes a pasado desde aquella noche, Ernesto ha evitado todo encuentro con Alicia, un pecado, un sacrilegio, un punto no aceptado por la sociedad, y Alicia se siente sola mas no se reprocha aquella acción, esa tarde ha decidido comenzar, ha decidido ser otra
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