Castellano, pregunta formulada por a8kaLilyqu4faritz, hace 1 año

cuentos cortos de autores latinoamericanos , ayuda porfa

Respuestas a la pregunta

Contestado por khayla
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Reconciliación

Alexis MARTÍ VERANES

 

La partida era inminente. De nada serviría recordar buenos momentos. Sobre sus piernas, él acariciaba con la yema de sus dedos esa boca; la boca que jamás volverá a tener y que aun gritando palabras hirientes, era la única en quien podía confiar.

Mientras recoge sus pertenencias la observa. Quieta, de pie, contra la pared estaba ella, sin decir una palabra, hierática, desnuda a pesar del clima. Con su vientre todavía cargado esperaba el momento de parir, pero esa decisión le correspondía sólo a él que ya había sido padre muchas veces y rezaba porque mujeres como ella dejaran de alumbrar. Estaba al tanto de todas las noticias en las cadenas de radio colombianas; quería que los doctores de la política se pusieran de acuerdo sobre la medicación necesaria. Con sus paisanos comentaba, sin ocultar su agrado, sobre el momento de la separación y como no extrañará sus andanzas por las lomas junto a ella, ni los baños que tomaron después de una larga caminata, los ruidos en los cerros a media noche, ni el escapar de otras fieras con ella sobre su espalda. Él sólo sueña con regresar a su esposa, sabe que lo espera y que no se siente traicionada por otra de carnes más duras. Pero ha pasado mucho tiempo y él ha estado ausente. No conoce su último hijo, no les dio el adiós a sus suegros, no ha vuelto a arar sus tierras ni ha ensillado con cariño a su ya envejecido ¨mexicano¨. Hace tiempo ya no es agradable sentir el canto de un gallo, porque ahora es una alerta, hace tiempo comparten el cielo con palomas pájaros de otro material, desde que escapó con ella ya no es capaz de sentir conexión con la naturaleza. ¿Es un castigo de dios? Se pregunta a diario y maldice con rabia la alianza a la que se ha comprometido, pero un hombre tiene que honrar su palabra aunque el arrepentimiento lo consuma.

Ahora llora. En la radio han dado la noticia.

¨Las hostilidades entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo y el Gobierno constitucional han llegado a su fin. Después de 50 años de lucha y de resistir la acometida de 13 gobiernos consecutivos, el paramilitarismo y el empleo de la más moderna tecnología militar norteamericana ,se ha firmado un tratado de paz conducido por la senda del diálogo¨.

Mientras recoge sus pertenencias la observa. Aunque la imagen esta borrosa por las lágrimas, la conoce bien. Fueron muchos años juntos, años, que él quisiera no haberlos vivido, años empuñando su cuello frío, su boca dura, cargando con su peso en las espaldas, cuidando de ella sin sentir un gesto cariñoso de vuelta. Llora porque mientras sus manos cierran el morral como símbolo de su última atadura, en su mente, sus brazos están estrechando ya a su esposa, quien llora con él y le dice: ¡Se acabó,… al fin acabó…no más guerra! Al entrar a la casa, que ahora le parece más pequeña, su mente reconoce los olores que creía haber olvidado, se sienta en su silla preferida y sus manos abrazan nuevamente la taza metálica que contiene el agradable líquido humeante, bebe a sorbos y siente como sus venas se calientan con el café mientras observa los labios de su esposa. Recuesta la silla, cierra sus ojos y un largo suspiro de confort inunda la casa. De la chaqueta saca una fotografía, una evidencia concreta de su andanza tomada en el campamento, en la que su cara desaliñada y barbuda con ojos inexpresivos, desentona diametralmente con la manera en la que su mano agarra con fuerza el cuello de una ametralladora.
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