Cuentos cortos de autores boliviano@s por fa
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La Cueva del Diablo de Potosí Escritor: Gonzalo Díaz Díaz de Oropeza. ...
Tributo a la mina. ...
La novela de Sumaj Urqu. ...
El Jichi. ...
La leyenda de la Tuna. ...
La leyenda de la Coca. ...
La leyenda de Huari. ...
La leyenda del Locoto
Explicación:
cuento la leyenda de la tuna
5. La leyenda de la Tuna
Escritor: José Antonio Candia
Esta historia se desarrolla antes de la llegada de los españoles al continente americano, durante el Imperio Incaico. A fin de conocer y explorar sus dominios, la autoridad máxima de los Incas mandó a realizar expediciones en busca de nuevos ingredientes culinarios.
Un día, el Inca ordenó llamar al guerrero más valiente y leal de su ejército, Apu. El Inca le dijo que en las expediciones encontraron una enorme serpiente que ataca al que osa aproximarse, no respeta a mujeres, niños, ni ancianos “[…] y sólo uno de los ch’askis logró sobrevivir a tal encuentro”.
Entonces, Apu, halagado por el encargo y muy seguro de sí mismo aceptó ir a la expedición. Apu arma un plan y junto con 30 hombres van al encuentro de la serpiente; quien, por los ruidos extraños, se despierta.
La serpiente, al darse cuenta de la amenaza, hipnotiza a Apu y a sus guerreros en la cueva.
Por lo que los devora uno a uno, Chunta (el guerrero más fuerte) impotente ante el ultimo hombre devorado arma un plan y prende fuego a la guarida.
Chunta corre a la altiplanicie, pero la bestia lo alcanza. Antes de que la serpiente lo devore, Wiracocha (dios supremo) compadecido, mando al dios Pachaniuruni a que protegiera al valiente.
El dios lo convirtió en una planta gigantesca de hojas cuajadas de enormes espinos. Así, la serpiente murió enredada entre los espinos de la planta, mientras que de su vientre abierto salieron los huesos de sus hombres. Por condescendencia de la diosa Pachamama, tomaron nuevamente vida y regresaron a su campamento.
La gigantesca planta dio gigantescas flores. Cuyas semillas Waraytata (dios del viento) se ocupó de esparcir por todo el Tahuantinsuyo.
Los guerreros llevaron la cabeza de la serpiente al Inca a fin de tranquilizar a la población y aprovecharon para llevar un gajo de la planta que los salvó de la muerte y que no tardó en ramificarse a lo largo de la región y en regalar su delicioso fruto.
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