cuento sobre la sipnasis
Respuestas a la pregunta
Respuesta: la neurona
Soy una neurona. Creo que me puedo sentir privilegiada, pues ya llevo en activo unas cuantas décadas del tiempo humano. Cuando digo “en activo” quiero remarcar “con un alto nivel de actividad”, ya que mi taller está en la corteza motora primaria del lóbulo frontal derecho de mi organismo y al “Yo” que lo comanda le gusta el deporte -sube y baja las montañas-. Conjunción de circunstancias que me permite mantener muchas de las viejas relaciones de vecindad y coworking con otras neuronas hermanas. Con unas nos dimos las manos casi desde el principio de nuestra existencia, con otras la vida nos llevó a encontrarnos más tarde… con todas ellas el roce de axones y dendritas, lo mucho y variado que nos decimos en nuestras sinapsis,[1] nos permite trabajar como en un hormiguero, mejor, como en un variado mosaico de clubes sociales, acopladas y vibrando en común. Las relaciones a veces cambian. Yo veo que mi axón a veces, siguiendo la llamada de las proteínas directoras del tráfico en el espacio intercelular, se dirige e interacciona con más intensidad con otras neuronas… o todo lo contrario…
La verdad es que todo esto no me importa mucho, soy una obrera y todo lo demás es cometido del departamento de Fisiología. En mi club social nos dedicamos a mover los músculos que flexionan el pie izquierdo, en concreto una unidad muscular motora[2] del sóleo[3] de esa extremidad. Somos muchas en la gestión y por ahora creo que lo hacemos bien. Creo que eso es parte del porqué a nuestro “Yo” le mola el senderismo… lo cual nos redunda en beneficio, ya que la continua actividad a que nos tiene sometidas nos estimula y nos da vida.
Sí, en esto estoy desde hace años, diría yo que desde siempre. Lo cual no quiere decir que ha sido este “desde siempre” un camino tranquilo y monótono. La vida en el sistema nervioso es animada y neurona que no espabila -iba a decir “está muerta”, aunque normalmente no es tan trágico…- “queda arrinconada” hasta que le pase otro tren al que subirse.[4] Si hay suerte.
Mirando hacia atrás, mi linaje se extiende hasta los tiempos difusos y neblinosos en los primeros días, semanas, de gestación dentro del protegido útero de una hembra de la especie humana. Aunque eso debe ser bastante normal ya que algunas compañeras que llevan los temas de memoria y aprendizaje aseguran que les han dicho que pasa en casi todas las especies animales. Pero bueno, a ver si me centro. El campo de cultivo inicial fue lo que se conoce como la placa neural del ectodermo del embrión, una especie de lámina que se construye en la superficie dorsal embrionaria y que va creciendo bajo la batuta de las diferentes proteínas que secreta la notocorda, una especie de batería cilíndrica que dirime la actividad de la proto-génesis del sistema nervioso desde las catacumbas, bajo la placa neural. La placa neural está formada por células en forma de columna que aún no tienen carácter de neurona o glía,[5] pero con superpoderes para mutar y esculpir la materia prima del sistema nervioso adulto, mi mundo actual. Desde aquí son como nuestros dioses y héroes mitológicos. Sus luchas y colaboraciones condicionaron en buena medida la salud mental del cuerpo donde me encuentro… por suerte para mí y mis hermanas, de aquellas sombras épicas nos ha llegado un eficaz legado de supervivencia.
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