cuento sobre el feudalismo AYUDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
- Os debo de decir la verdad ya que sois un monje enviado por Dios… Mi marido, piensa entrar en guerra con un aliado del señor del norte que se llevó a mi hermano, Lord Byron, a nada más seis años de edad, y temo por Byron y por mi marido.
- Os debo de decir la verdad ya que sois un monje enviado por Dios… Mi marido, piensa entrar en guerra con un aliado del señor del norte que se llevó a mi hermano, Lord Byron, a nada más seis años de edad, y temo por Byron y por mi marido. No sé lo que mi hermano puede hacer: ir en contra o a favor del señor del norte al que papá le envió, justo cuando descubrimos…
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- ¡Oh! Nada… Primo, vos podéis hablar con él para hacer que no entre en esa absurda guerra…
- Prima, antes de nada, ¿quién os ha dejado entrar?
- Un monje que estaba en la portería… Con ojos verdosos… ¿Por qué me lo pregunta?
- Oh prima por nada, por nada. Pido permiso, voy a ausentarme un momento. Que no se os haga larga la espera…
n secreto debes guardar si no deseáis morir.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
primera parte cuento:
Érase una vez en un tiempo de guerras y leyendas, Lady Leonor se disponía a salir de su castillo. Le abrieron el rastrillo y bajaron el puente levadizo. Lady Leonor, salió montada a caballo.
Cuando estaba a una distancia considerable se apresuró a mirar hacia atrás y miró hacia la gran nube gris que había allí: su castillo. Pudo ver como subían el puente y bajaban el rastrillo, también pudo observar el foso, las almenas y la torre del Homenaje.
Había crecido allí y recordaba como era su infancia: recordaba el olor a azafrán, a canela y a pimienta que desprendía la cocina. Recordaba los torneos, que los juglares anunciaban meses y meses antes y solo se disponían a enfrentar los más apuestos caballeros. Recordaba como su madre, Lady Mery, que la había enseñado a bordar con hilos de oro, le había enseñado cosas para la vida y a juntar las dos manos para orar. Recordaba cuando se llevaron a su hermano, Lord Byron, al castillo de un señor del norte. No había vuelto a verlo.
Volvió de sus más infantiles recuerdos y se dirigió hacia el monasterio, traspasó los mansos que había dejado su marido a los campesinos y los vio con caras humildes y bonachonas, dejó atrás el molino y el puente y cabalgó por el bosque. Pudo apreciar la Iglesia que en su tímpano se representaba la resurrección de Jesús.
Llegó a la portería del monasterio. Tocó a la puerta. Con voz muy serena pidió permiso para pasar:
- Oh, monje de Dios, os pido permiso para entrar en ésta Ciudad de Dios y ser iluminada con vuestras santas palabras.
- Oh señora, siento deciros que no podrá pasar dentro del monasterio hasta pasados los Laudes, ya sabe que esta oración es la que nos despierta a un nuevo día con Dios.
- Monje negro, si se fija en la posición del Sol, los Laudes ya deberían de haber finalizado además, traigo unas nuevas para el monje Lucas. ¿Dónde se encuentra mi iluminado primo?
- Está en su scriptorium, al lado de la cocina, pasando por la enfermería se encontrará un pasillo que le conducirá hasta él. Adelante, adelante.
Lady Leonor, entró en el monasterio y siguió las indicaciones que el monje le había dado. En el scriptorium vio a Lucas.
- ¡Oh primo! Traigo nuevas para ti.
- ¡Oh prima! Cuéntame las nuevas que me traéis.
Explicación:
- ¡Oh! Que Dios nos salve del fin del mundo. Prima, no te fíes de los labios de las cocineras, porque como bien conocemos y se ha dado en multitud de ocasiones, pueden llegar a ser mentirosas. Pero…
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