cuento de los muertos de rulfo
Respuestas a la pregunta
En esa extraña región intransitable en que consiste el universo personal de Rulfo, habitada por rostros fantasmales de lo familiar y un paisaje devastado que florece como el ámbito proscrito de una ensoñación, se erige un monumento funerario de la vida: Pedro Páramo.
Es ésta una historia de aparecidos, una novela alucinada y poderosamente poética, un poema articulado en los registros de la prosa más elaborada y mercurial. Sólo así puede constatarse la dureza extrema con que son relatados los hechos y el oscuro itinerario que ha de recorrer, como un muerto más que nos implora, Juan Preciado. Una promesa hecha a su madre le hace emprender un viaje que se mostrará como definitivo: la muerte marcará el signo de nuestro protagonista desde el principio mismo de la narración: "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, una tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera."
Lo que ignora nuestro protagonista es que esa promesa sellará, si no lo había hecho antes la huella indeleble de su filiación, el curso de su existencia aun antes de llegar a sospecharlo. Para cuando quiera darse cuenta, será demasiado tarde; o demasiado pronto, según la perspectiva que uno adopte a este o al otro lado de la vida: "Llegué a la casa del puente orientándome por el sonar del río. Toqué la puerta, pero en falso. Mi mano se sacudió en el aire como si el aire la hubiera abierto."