Historia, pregunta formulada por ruthm3727, hace 6 meses

cuento de la Caperucita roja​


nayelhiespejo2005: Entró con cuidado, abrió la puerta del dormitorio de la abuelita y miró,
La abuelita de Caperucita estaba en la cama, con un poderoso salto se lanzó a la cama
Y se comió la viejecita
Después, se puso el camisón de la abuelita y su gorra de dormir y se metió en la cama
nayelhiespejo2005: Cantando suavemente iba saltando por el camino del bosque
Y un cuarto de hora después llegó a la casita
Caperucita sabía cómo podía entrar,
Tiró de la cuerda y la puerta se abrió. Después dijo:
¡Hola abuelita! Soy yo Caperucita, mama ha hecho pasteles para ti
Y tambien te traigo mantequilla, queso y huevos.
nayelhiespejo2005: Pero la abuelita no respondía
Caperucita se dirigió a la habitación de su abuelita
Abrió la puerta y miró
Ahí estaba su abuelita en la cama
Con su gorro de dormir cubriendo la cara, parecía dormida,
A Caperucita le pareció un poco extraño pero se acercó
Ahora pudo ver la cara de la abuelita y se asustó un poco, dijo:
nayelhiespejo2005: Abuelita ¡qué orejas tan grandes tienes!
El lobo miró con un ojo a medio abrir a Caperucita y le dijo, cambiando la voz:
Si, son para oírte mejor.
El lobo no podía quitar la vista de un bocado tan apetitoso y abrió los dos ojos,
Caperucita se volvió a asustar
Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
Si, son para verte mejor.
nayelhiespejo2005: Entonces Caperucita vio los dientes brillantes y la boca del lobo y gritó:
Y abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!
Si, son para comerte mejor
Rugió el lobo que saltó de la cama cogió la niña y se la comió
El lobo había comido tanto que se durmió
Volvió a meterse en la cama y se durmió profundamente
nayelhiespejo2005: Y roncaba tanto que los árboles de alrededor de la casa temblaban.
Cuando aquella tarde pasó cerca de la casa el Cazador
Empezó a preocuparse porque conocía muy bien a la abuelita de Caperucita
Y nunca la había oído roncar de aquella manera,
Para asegurarse fue a mirar y para su sorpresa
No vio en la cama a la abuelita, sino al lobo
Cogió su rifle y cuando estaba a punto de dispararle no lo hizo
Pues en el último momento pensó que el malvado lobo podía haberse comido a la abuelita de
nayelhiespejo2005: Caperucita
Cogió un cuchillo y abrió con cuidado la tripa del lobo
Cuando el corte era bastante grande salió Caperucita
Y al hacer un corte más grande salió también su abuelita
Se alegraron mucho de que el cazador las hubiera salvado, Caperucita le dijo:
Creo que nunca había tenido tanto miedo
Yo tampoco, en la tripa del lobo estaba muy oscuro
nayelhiespejo2005: El cazador cogió unas piedras y las metió en la tripa del lobo,
Después la abuelita cogió una aguja e hilo y la cosió a la tripa, cuando terminó dijo:
Ya veremos si ese animal todavía puede hacer algo.
Y entonces se sentaron silenciosamente en el recibidor para esperar a que el lobo se despertara
No tuvieron que esperar mucho tiempo
Porque después de unos minutos el lobo se despertó
Bostezo, se desperezó y dijo para sí:
nayelhiespejo2005: Uy uy, como me duele la tripa. Claro he comido demasiado
Y qué sed que tengo, primero tengo que beber un poco
El lobo se levantó con dificultad de la cama
Y salió tropezando afuera para llegar al riachuelo,
Cuando llegó allí se agachó para beber,
nayelhiespejo2005: Pero no pudo porque por el peso de las piedras que tenía en la tripa
Se cayó al agua y se ahogó.
Caperucita todavía fue a visitar a su abuelita muchas veces
Y aunque ahora ya no había en el bosque
Ningún lobo malvado que pudiera hacerle daño
No salía del camino del bosque, porque nunca se sabe.

Respuestas a la pregunta

Contestado por gonzalezurielcars
6

Érase una vez una niñita que lucía una hermosa capa de color rojo. Como la niña la usaba muy a menudo, todos la llamaban Caperucita Roja.

Un día, la mamá de Caperucita Roja la llamó y le dijo:

—Abuelita no se siente muy bien, he horneado unas galleticas y quiero que tú se las lleves.

—Claro que sí —respondió Caperucita Roja, poniéndose su capa y llenando su canasta de galleticas recién horneadas.

Antes de salir, su mamá le dijo:

— Escúchame muy bien, quédate en el camino y nunca hables con extraños.

—Yo sé mamá —respondió Caperucita Roja y salió inmediatamente hacia la casa de la abuelita.

Para llegar a casa de la abuelita, Caperucita debía atravesar un camino a lo largo del espeso bosque. En el camino, se encontró con el lobo.

—Hola niñita, ¿hacia dónde te diriges en este maravilloso día? —preguntó el lobo.

Caperucita Roja recordó que su mamá le había advertido no hablar con extraños, pero el lobo lucía muy elegante, además era muy amigable y educado.

—Voy a la casa de abuelita, señor lobo —respondió la niña—. Ella se encuentra enferma y voy a llevarle estas galleticas para animarla un poco.

—¡Qué buena niña eres! —exclamó el lobo. —¿Qué tan lejos tienes que ir?

—¡Oh! Debo llegar hasta el final del camino, ahí vive abuelita—dijo Caperucita con una sonrisa.

—Te deseo un muy feliz día mi niña —respondió el lobo.

El lobo se adentró en el bosque. Él tenía un enorme apetito y en realidad no era de confiar. Así que corrió hasta la casa de la abuela antes de que Caperucita pudiera alcanzarlo. Su plan era comerse a la abuela, a Caperucita Roja y a todas las galleticas recién horneadas.

El lobo tocó la puerta de la abuela. Al verlo, la abuelita corrió despavorida dejando atrás su chal. El lobo tomó el chal de la viejecita y luego se puso sus lentes y su gorrito de noche. Rápidamente, se trepó en la cama de la abuelita, cubriéndose hasta la nariz con la manta. Pronto escuchó que tocaban la puerta:

—Abuelita, soy yo, Caperucita Roja.

Con vos disimulada, tratando de sonar como la abuelita, el lobo dijo:

—Pasa mi niña, estoy en camita.

Caperucita Roja pensó que su abuelita se encontraba muy enferma porque se veía muy pálida y sonaba terrible.

—¡Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes!

—Son para verte mejor —respondió el lobo.

—¡Abuelita, abuelita, qué orejas más grandes tienes!

—Son para oírte mejor —susurró el lobo.

—¡Abuelita, abuelita, que dientes más grandes tienes!

—¡Son para comerte mejor!

Con estas palabras, el malvado lobo tiró su manta y saltó de la cama. Asustada, Caperucita salió corriendo hacia la puerta. Justo en ese momento, un leñador se acercó a la puerta, la cual se encontraba entreabierta. La abuelita estaba escondida detrás de él.

Al ver al leñador, el lobo saltó por la ventana y huyó espantado para nunca ser visto.

La abuelita y Caperucita Roja agradecieron al leñador por salvarlas del malvado lobo y todos comieron galleticas con leche. Ese día Caperucita Roja aprendió una importante lección:

“Nunca debes hablar con extraños”.

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