Castellano, pregunta formulada por foxsupergamer, hace 6 meses

cuento de 200 palabras sobre el matrimonio​

Respuestas a la pregunta

Contestado por robertoldm120
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Respuesta:

Cuando tú amas a alguien, tú no lo amas todo el tiempo, exactamente del mismo modo, de momento a momento. Esto es imposible. Es aún una mentira pretenderlo y todavía esto es exactamente lo que en mayor parte nos demanda. Nosotros tenemos tan poca fe en el flujo y reflujo de la vida, de amor, de relaciones. Nosotros brincamos en el flujo de la marea y resistimos con terror cuando mengua. Nosotros tenemos miedo que nunca vuelva. Insistimos en la permanencia, en la duración, en la continuidad; cuando la única continuidad posible, en la vida como en el amor, es el crecimiento, en la fluidez en libertad, en el sentido en el que los bailarines son libres, casi sin tocar como ellos pasan, pero compañeros en el mismo modelo. La única seguridad real es no dominar o poseer, no demandando y esperando, agudeza en la esperanza, igual. La seguridad en la relación descansa en no mirar atrás nostálgicamente, ni hacia adelante con temor y anticipación, sino viviendo en la presente relación y aceptándola como es ahora. Las relaciones deben ser como islas. Uno debe aceptarlas porque hoy están aquí y ahora, dentro de sus límites - islas, rodeadas e interrumpidas por el mar, y continuamente visitadas y abandonadas por las mareas.

Contestado por chimarodriguezlaura
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Respuesta:

Había una princesa que estaba locamente enamorada de un capitán de su guardia y, aunque sólo tenía 17 años, no tenía ningún otro deseo que casarse con él, aún a costa de lo que pudiera perder.

Su padre que tenía fama de sabio no cesaba de decirle:

– No estás preparada para recorrer el camino del amor. El amor es renuncia y así como regala, crucifica. Todavía eres muy joven y a veces caprichosa, si buscas en el amor sólo la paz y el placer, no es este el momento de casarte.

– Pero, padre, ¡Sería tan feliz junto a él!, que no me separaría ni un solo instante de su lado. Compartiríamos hasta el más profundo de nuestros sueños.

Entonces el rey reflexionó y se dijo:

– Las prohibiciones hacen crecer el deseo y si le prohíbo que se encuentre con su amado, su deseo por él crecerá desesperado. Además los sabios dicen: “Cuando el amor os llegue, seguidlo, aunque sus senderos son arduos y penosos”.

De modo que al fin le dijo a su hija:

– Hija mía, voy a someter a prueba tu amor por ese joven. Vas a ser encerrada con él cuarenta días y cuarenta noches. Si al final siguen queriéndose casar es que estás preparada y entonces tendrás mi consentimiento.

La princesa, loca de alegría, aceptó la prueba y abrazó a su padre. Todo marchó perfectamente los primeros días, pero tras la excitación y la euforia no tardó en presentarse la rutina y el aburrimiento. Lo que al principio era música celestial para la princesa se fue tornando ruido y así comenzó a vivir un extraño vaivén entre el dolor y el placer, la alegría y la tristeza. Así, antes de que pasaran dos semanas ya estaba suspirando por otro tipo de compañía, llegando a repudiar todo lo dijera o hiciese su amante.

A las tres semanas estaba harta de aquel hombre que chillaba y aporreaba la puerta de su recinto. Cuando al fin pudo salir de allí, se echó en brazos de su padre agradecida de haberle librado de aquel a quién había llegado a aborrecer. Al tiempo, cuando la princesa recobró la serenidad perdida, le dijo a su padre:

– Padre, háblame del matrimonio.

Y su padre, el rey, le dijo:

– Escucha lo que dicen los poetas de nuestro reino:

“Dejad que en vuestra unión crezcan los espacios. Amaos el uno al otro, más no hagáis del amor una prisión. Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis de la misma. Compartid vuestro pan, más no comáis del mismo trozo. Y permaneced juntos, más no demasiados juntos, pues ni el roble ni el ciprés, crecen uno a la sombra del otro”.

Explicación:

Espero te sirva

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