cuenta historias o casos reales de desprecio a la persona .
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
-María es empleada desde hace años en una empresa moderna y dinámica. Su trabajo ha sido siempre intachable y así se lo han hecho saber desde esta empresa. Hace un año fue madre, disfrutó de su permiso de maternidad y se incorporó inmediatamente después a trabajar. Hace unos días encontró en su correo electrónico el siguiente mail:
“Hola María. Te escribo porque hemos pensado en darte de baja. Hay menos trabajo. Así puedes pasar el verano con tu nena. Un saludo guapa”: “Estás despedida aunque trabajas bien... pero estás en edad fértil... ¿No querías tiempo para disfrutar de tu hija? Pues ahí lo tienes”.
-“La primera vez que tuve contacto con el racismo fue en casa de mi abuela paterna, quien siempre que llegaba una persona de piel blanca decía que tenía un bonito color. Mi madre es morena, mi abuela paterna menos, pero no tan blanquita como sus hermanas o su madre. Recuerdo que alguna vez fue una novia de uno de mis tíos, muy blanca, y mi abuela le dijo a mi mamá: ‘Mira que bonito color de piel, no como el tuyo o el mío’. Por otro lado, mi abuela nunca trató mal a mi madre y yo, que soy de piel morena, siempre fui el consentido”.
-Cuando Sara volvió de su permiso maternal se encontró con que le habían degradado a un puesto de mucha menos responsabilidad, bajando su sueldo también considerablemente. En su lugar habían puesto a un hombre. Cuando se quejó y exigió explicaciones le contestaron: “Así estarás más relajadita. Ahora que eres mami, tendrás muchas cosas en la cabeza...”. Aún no sabe si le dolió más la condescendencia, el paternalismo, que se burlasen de su inteligencia o el hecho de cobrar unos 800 euros menos ahora que tenía una boca más que alimentar.
-Aurora es una arquitecta brillante. Ahora dirige la obra de recuperación de una casa antigua. Hace días, el encargado de poner las ventanas se giró hacia el dueño de la vivienda y le dijo buscando complicidad y creyendo que Aurora es sorda: “Lo que me faltaba, una tía. Estas no tienen ni idea”. Poco después ese mismo sujeto llamó a un albañil delante de ella y dijo: “Vente a la obra que tengo a dos suecas, y yo solito no puedo darles todo lo que quieren”. Nuevamente buscó la complicidad del dueño pero no la encontró. No solo eso, este individuo no acepta ni a Aurora ni a sus compañeras como interlocutoras válidas y ni escucha ni cumple las indicaciones que estas le dan.
Explicación:
Espero que te sirva, DIOS TE BENDIGA.