cuantos mandatos tubo rosas?
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Rosas fue designado gobernador de Buenos Aires en 1829. Durante sus dos gobiernos que se extendieron hasta 1832 el primero y desde 1835 hasta 1852 el segundo se consolidó la hegemonía de la provincia sobre el resto del país. La Confederación Argentina funcionó a través de pactos y acuerdos entre provincias. Si bien no se formaron instituciones comunes, Buenos Aires obtuvo el manejo de las relaciones exteriores por lo que representaba a la Confederación como un Estado independiente en el plano internacional.
Rosas demoraba el dictado de una Constitución que implicara la organización nacional y la consecuente pérdida para Buenos Aires de las rentas aduaneras. Bajo sus gobiernos se fue fortaleciendo económicamente el sector terrateniente bonaerense que crecía con la acumulación de tierras, a la vez que el aparato productivo se vinculaba estrecha y exitosamente con las demandas del mercado internacional. La acción legislativa durante sus gobiernos y la campaña militar al desierto (que desarrolló entre los años 1833 y 1834) fueron parte de una batería de acciones y medidas destinadas a fortalecer a este grupo que, junto a los sectores populares urbanos y rurales, constituían las bases sociales de su poder.
El estilo de conducción política desplegado por Rosas ha generado polémicas que llegan hasta nuestros días. Fueron años en los que se exasperaron los conflictos y las lealtades políticas. Para algunos, Rosas no hizo más que demorar el desarrollo del país; para otros, fue capaz de avanzar en la unión nacional y de establecer las bases de un Estado moderno en la provincia luego del fracaso centralizador rivadaviano.
A lo largo de su dilatada gestión la lucha entre unitarios y federales se fue desplazando hacia otra dicotomía: rosistas y antirrosistas. La política tomó nuevas manifestaciones, que iban desde la violencia y la persecución hasta los festejos populares y los actos masivos.
Si bien desde 1835 el orden rosista extendió su influencia en el país, los conflictos y resistencias no dejaron de manifestarse hasta su caída. Los grupos políticos y miembros del ejército unitario, los jóvenes intelectuales de la Generación de 1837, e incluso algunos federales expresaron su disidencia. No estuvieron ausentes los levantamientos en el interior y en el propio territorio bonaerense, así como el accionar de los exiliados desde fuera de las fronteras.
Rosas demoraba el dictado de una Constitución que implicara la organización nacional y la consecuente pérdida para Buenos Aires de las rentas aduaneras. Bajo sus gobiernos se fue fortaleciendo económicamente el sector terrateniente bonaerense que crecía con la acumulación de tierras, a la vez que el aparato productivo se vinculaba estrecha y exitosamente con las demandas del mercado internacional. La acción legislativa durante sus gobiernos y la campaña militar al desierto (que desarrolló entre los años 1833 y 1834) fueron parte de una batería de acciones y medidas destinadas a fortalecer a este grupo que, junto a los sectores populares urbanos y rurales, constituían las bases sociales de su poder.
El estilo de conducción política desplegado por Rosas ha generado polémicas que llegan hasta nuestros días. Fueron años en los que se exasperaron los conflictos y las lealtades políticas. Para algunos, Rosas no hizo más que demorar el desarrollo del país; para otros, fue capaz de avanzar en la unión nacional y de establecer las bases de un Estado moderno en la provincia luego del fracaso centralizador rivadaviano.
A lo largo de su dilatada gestión la lucha entre unitarios y federales se fue desplazando hacia otra dicotomía: rosistas y antirrosistas. La política tomó nuevas manifestaciones, que iban desde la violencia y la persecución hasta los festejos populares y los actos masivos.
Si bien desde 1835 el orden rosista extendió su influencia en el país, los conflictos y resistencias no dejaron de manifestarse hasta su caída. Los grupos políticos y miembros del ejército unitario, los jóvenes intelectuales de la Generación de 1837, e incluso algunos federales expresaron su disidencia. No estuvieron ausentes los levantamientos en el interior y en el propio territorio bonaerense, así como el accionar de los exiliados desde fuera de las fronteras.
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