Cuando una competencia comunicativa es un condicionante
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Respuesta:
En el proceso de enseñanza aprendizaje, particular interés alcanzan las habilidades de comunicación oral. Estas permiten la eficiencia del maestro en su ejercicio o desempeño, sobre todo si el prisma por el que miramos sustenta la teoría de prever la educación no solo como un proceso de instrucción, sino también y sobre todo como un proceso de formación. En tal sentido, la comunicación es por naturaleza un instrumento que sirve como fuente de inspiración y como mecanismo de reflexión. Sus efectos a favor o en contra permiten la evaluación del trabajo, el análisis de una realidad, el examen personal de cada una de las partes de este proceso, cuestionar criterios y condicionar dinámicas de trabajo que permitan la integración de cada una de ellas.
Diversas áreas del saber componen el estudio de estas habilidades entre las que podríamos mencionar: la Lingüística, Teoría de la Comunicación, Psicología Cognitiva, Dinámica de grupos, Pedagogía, Valores, entre otras. Cada una de ellas en su objeto propio aporta un sistema de conocimientos que marcan la naturaleza de las mismas en su comportamiento.
La comunicación comprende todas las esferas de la vida, y por tanto hemos de entenderla no solo como un instrumento para el ejercicio de una profesión, sino también como parte de los procesos de la vida que nos hace más plenos y a la vez más libres porque entorna nuestra cultura, nuestros afectos, nuestras expectativas. Conocer entonces qué condiciones favorecen la comunicación oral, conocerse a sí mismo en este sentido permitirá una adecuada gestión de la actividad de aprendizaje y una máxima comprensión del discurso oral.
En el caso específico de la actuación comunicativa, se trata de una relación interpersonal en la que interviene como elemento esencial la subjetividad de los que participan, estos elementos afectivos son insoslayables y marcan la naturaleza de las motivaciones, intereses y caracterizan las actitudes de los participantes.
Por tanto, trabajar por la competencia comunicativa de la personalidad del hombre e incidir en la esfera afectivo-valorativa, de carácter dinámico e inductor y la esfera cognitiva, instrumental, de carácter ejecutor se convierte en una prioridad que debe ser atendida por el docente.
El hecho de que el maestro logre una actuación competente como comunicador implica, en primera instancia, desarrollar una serie de conocimientos, sistema de acciones y operaciones que pueden sistematizarse en habilidades y hábitos, que vayan conformando toda una cultura de la comunicación necesaria para quien tiene como centro de su trabajo al hombre.
Sin embargo, de poco vale todo este «instrumental» para la ejecución de un comportamiento efectivo en la relación comunicativa si no existen necesidades, motivaciones, actitudes favorables a la relación humana. La competencia comunicativa significa abordar elementos de las dos áreas básicas.
El desarrollo de esta competencia, que logre establecer lo que pudiera llamarse una verdadera comunicación desarrolladora -que implica un contacto personalizado que contribuya significativamente al mejoramiento humano y a la expresión y desarrollo en el hombre de todas sus posibilidades-, no es posible sólo a partir de una labor de instrucción. Las vías de acceso, en el caso de los componentes de carácter más operativo o ejecutor pueden ser la enseñanza y el entrenamiento de destrezas, pero esto siempre acompañado de una acción educativa más indirecta, y a más largo plazo.
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