Castellano, pregunta formulada por nicolbustos10, hace 16 horas

cuando escuchas o vas a misa, o culto solo lo hacen por escuchar nada mas , los textos bíblicos o para analizar y comprender ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por edwindamian2007
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Respuesta:

“Cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras, es Dios mismo quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra, quien anuncia la Buena Nueva”. (IGMR, #29). Estas palabras provenientes de la Instrucción General del Misal Romano 1 establecen una profunda verdad que necesitamos reflexionar y hacerla propia.

Las palabras de la Sagrada Escritura son muy diferentes a cualquier otro texto que podamos escuchar, ya que no sólo nos proporcionan información, sino que son el medio que Dios utiliza para revelarse ante nosotros; los medios por los cuales llegamos a conocer la profundidad del amor de Dios por nosotros y las responsabilidades que asumimos como seguidores de Cristo, miembros de Su Cuerpo. Más aún, esta Palabra de Dios proclamada en la liturgia posee un poder sacramental especial que realiza en nosotros lo que proclama. La Palabra de Dios proclamada en la Misa es eficaz; es decir, no sólo nos relata acerca de Dios y su voluntad para con nosotros sino que nos ayuda a poner en práctica la voluntad de Dios en nuestras propias vidas.

"¿Cómo, entonces respondemos a este maravilloso don de la Palabra de Dios? Respondemos de palabra y con canto, con posturas y gestos corporales, en meditación reverente y, lo que es más importante aún, por la escucha atenta de la Palabra mientras está siendo proclamada. Después de cada lectura, expresamos nuestra gratitud por este don mediante las palabras "Te alabamos Señor" o en caso del Evangelio "Gloria a tí, Señor Jesús". Es muy bueno que se observe un breve espacio de silencio que permita la reflexión personal. A continuación de la primera lectura, cantamos el Salmo Responsorial, meditación sobre la palabra de Dios, por medio de palabras inspiradas de uno de los salmos del salterio, el libro de oraciones de la Biblia.

El Evangelio es el punto culminante de la Liturgia de la Palabra. Las lecturas del Antiguo Testamento nos relatan las promesas de Dios y la preparación del pueblo para la venida de su Hijo; las epístolas y otras lecturas del Nuevo Testamento previas al Evangelio ofrecen las reflexiones de San Pablo y otros contemporáneos de Jesucristo sobre Su vida y Su mensaje; en los Hechos de los Apóstoles encontramos una historia de la Iglesia Primitiva. Creemos que toda la Escritura, el Nuevo y el Antiguo Testamento, está inspirada por el Espíritu Santo; sin embargo la Iglesia siempre ha honrado de manera muy especial el Evangelio ya que en él no sólo tenemos la preparación y prefiguración de Cristo o las reflexiones sobre su mensaje, sino que tenemos las palabras y los hechos del mismo Cristo. La proclamación del Evangelio está rodeada de señales de respeto y veneración: el Evangelio lo lee un ministro ordenado, el diácono o, en su ausencia, un sacerdote; el Libro de los Evangelios se lleva con honor en la procesión de entrada y se coloca sobre el altar hasta el momento de su lectura para expresar la unidad de la Escritura y la Eucaristía, de la mesa de la Palabra y la mesa del cuerpo y la sangre de Cristo; justo antes de proclamar el Evangelio, el libro se lleva en procesión al ambón con el acompañamiento de una aclamación cantada por los fieles; puede incensarse antes de proceder a su lectura y se le besa una vez concluida ésta última. Finalmente, todos se ponen de pie mientras el Evangelio es proclamado. Por medio de esta postura corporal y por el honor que se le otorga al libro que lo contiene, la Iglesia le rinde homenaje a Cristo, quien está presente en su Palabra, y proclama Su Buena Nueva.

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