Cuando derrocaron del poder al Rey Fernando VII en España, ¿Quién se hizo con el poder de la Corona?
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Respuesta:
Fernando VII de España, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»3 (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), fue rey de España entre marzo y mayo de 1808 y, tras la expulsión del «rey intruso» José I Bonaparte y su vuelta al país, nuevamente desde mayo de 1814 hasta su muerte, exceptuando el breve intervalo en 1823 en que fue destituido por el Consejo de Regencia.
Hijo y sucesor de Carlos IV y María Luisa de Parma, depuestos por obra de sus partidarios en el motín de Aranjuez, pocos monarcas disfrutaron de tanta confianza y popularidad iniciales por parte del pueblo español. Obligado a abdicar en Bayona, pasó toda la guerra de Independencia preso en Valençay, donde incluso llegaría a solicitarle a Napoleón Bonaparte ser hijo adoptivo suyo, mediante la siguiente carta:4
Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adopción que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanto por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M., como por mi sumisión y entera obediencia a sus intenciones y deseos.
A pesar de ello, continuaba siendo reconocido como el legítimo rey de España por las diversas Juntas de Gobierno, el Consejo de Regencia y las Cortes de Cádiz. Ante el avance francés en la península y lo prolongado del conflicto, las Juntas de la América española comenzaron a actuar de forma más autónoma, hasta el punto de desembocar en un proceso que llevaría a la independencia de todos los territorios americanos, a excepción de Cuba y Puerto Rico.
Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos y la expulsión de José I Bonaparte, Napoleón le devolvió el trono de España con el tratado de Valençay. El 13 de marzo de 1814 decide volver a España y al Trono. Entró en España, el 22 de marzo de 1814, por Gerona, y tras pasar por Zaragoza, se dirigió a Valencia. Entrando en Madrid el 13 de mayo de 1814. Pronto, el Deseado, se reveló como un soberano absolutista y, en particular, como uno de los que menos satisficieron los deseos de sus súbditos, que lo consideraban una persona sin escrúpulos, vengativa y traicionera. Rodeado de una camarilla de aduladores, su política se orientó, en buena medida, hacia su propia supervivencia.[cita requerida]
En la ciudad de Valencia, el 4 de mayo de 1814 firmó el decreto de supresión de la Constitución de Cádiz, y la legislación de las Cortes, restaurando el absolutismo entre 1814 y 1820, y persiguiendo a los liberales. Tras seis años de guerra, el país y la Hacienda estaban devastados, y los sucesivos gobiernos fernandinos no lograron restablecer la situación.
En 1820 un pronunciamiento militar dio inicio al llamado trienio liberal, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz, produciéndose una nueva desamortización. A medida que los liberales moderados eran desplazados por los exaltados, el rey, que aparentaba acatar el régimen constitucional, conspiraba para restablecer el absolutismo, lo que se logró tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, en 1823.
La última fase de su reinado, la llamada Década Ominosa, se caracterizó por una feroz represión de los exaltados, acompañada de una política absolutista moderada o incluso liberaldoctrinaria que provocó un profundo descontento en los círculos absolutistas, que formaron partido en torno al hermano del rey, el infante Carlos María Isidro. A ello se unió el problema sucesorio, sentando las bases de la Primera Guerra Carlista, que estallaría con la muerte de Fernando y el ascenso al trono de su hija Isabel II, no reconocida como heredera por el infante Carlos.
En palabras de un reciente biógrafo, Rafael Sánchez Mantero: