cuales son los personajes secundarios en el cuento El padre de Antonio dal Masetto
esto es para mañana le doy una coronita y 15 puntos a quien me de la respuesta
Respuestas a la pregunta
Explicación:
Yo no estaba con él en el negocio nuevo. En los últimos tiempos había
trabajado de cadete en una farmacia. Me fui sin que lo supiera. Mi
madre y mi hermana me vieron dejar la casa porque se despertaron
mientras yo preparaba la valija. No lograron retenerme ni tampoco
se animaron a llamar a mi padre. Ignoro cuánto pudo dolerle aquella
huida. Nunca me la reprochó. Después, en los espaciados regresos
al pueblo, me encontraba con pequeños cambios en la casa. Algunas
comodidades en el baño, en la cocina. Me enteré de que una vez, alcomprar un calefón, mi padre comentó: “Para cuando venga Antonio”.
Por lo tanto, pensaba en mí con cada mejora.
Cuando murió, yo estaba lejos. Una enfermera iba a aplicarle in-
yecciones día por medio. La última fue un sábado. La enfermera se
despidió hasta el lunes. Mi padre dijo: “Vamos a ver si aguantamos
hasta el lunes”. No aguantó. Sé, que en el final, preguntó por mí.
Llegué al pueblo el día posterior al entierro. Venía desde Brasil, via-
jando en trenes y en ómnibus. En la puerta, encontré al marido de mi
hermana que me dijo: “Papá murió”.
Muchos años después de su muerte, mientras mirábamos unas
fotos, oí a mi hermana murmurar: “Qué hermoso era papá”. Nunca
había pensado en eso. Eran fotos de sus veintisiete años, tenía a un
chico de meses en brazos, estaba tostado por el sol y se le notaban
los músculos bajo la camiseta clara. Se lo veía feliz. El chico era yo.
De tantas cosas relacionadas con mi padre me acuerdo especial-
mente de aquellos regresos a casa después del trabajo. Eran siempre
noches grandes, cargadas de estrellas y de silencio. Así las veo. Avan-
zábamos a través de un decorado de casas mudas y luces fantasma-
les en las ventanas y en los patios. Yo me sentía extraviado en esa
oscuridad, y la sensación no me gustaba. Quería llegar rápido, para
que pasara la noche, y luego el día, y otra noche y otro día, hasta que
el cerco de las noches y los días se rompiera. ¿Y mi padre? ¿Qué
pensaba? ¿Qué significaba para él ese tránsito entre la agitación de
la jornada y la promesa del descanso? ¿En qué medida mi presencia
le servía de compañía, de incentivo, de alivio? ¿Me vería como yo
me veo ahora en el recuerdo? Lo que veo es un cachorro impaciente,
agazapado en el fondo de sí mismo, esperando su oportunidad para
dar un salto. Mi padre pedaleaba y yo trotaba a su lado. No teníamos
otra referencia que el foco de la bicicleta que alumbraba un óvalo de
tierra, hipnótico, surg
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