¿Cuáles son los las diferencias entre los conceptos antiguos de la naturaleza?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Ontología de la diferencia y naturaleza humana
Mantengamos el reto: conócete a ti mismo para llegar a ser quien eres. Pero conocer la naturaleza humana no es todavía saber quiénsoy. Obviamente, saber quésoy aporta mucha luz sobre el problema de quiénsoy, pero me deja indefectiblemente a cierta distancia de la meta. No puedo orientar mi vida sin saberme animal social racional, pero este saber no es suficiente, necesito conocer también la persona concreta que soy.
Estamos ante un doble problema. Por un lado, nos preguntamos por el posible conocimiento de lo individualidad concreto. No soy simplemente un animal, sino esteanimal, no soy simplemente social, sino que pertenezco en concreto a esta familia, a esta población, a este pueblo o polis, no soy simplemente un ser racional, sino que soy exactamenteesteser racional. Por otro lado, está la cuestión de la unidad: los tres rasgos o diferencias han de integrarse de algún modo si quiero dar cuenta del ser sustantivo que soy. Los dos aspectos de este problema apuntan hacia el mismo concepto, ajeno ya al universo griego, y más propio de la filosofía medieval y de la tradición juedeocristiana, el de persona. Decir que soy esteanimal social y racional concreto es tanto como decir que soy estapersona; así el quéabstracto se concreta en un quién. Además, soy unapersona precisamente, y no más. En la persona, los tres rasgos o diferencias de la naturaleza humana se unifican e integran al tiempo que se concretan[1].
Mi hipótesis es que las dos cuestiones de que consta el aterrizaje de la naturaleza humana en la persona concreta se pueden afrontar gracias a la noción de diferencia. Y esto nos coloca ya en la atmósfera típica de la filosofía postmoderna. La crítica heideggeriana al olvido de la diferencia, así como su reivindicación de esta noción, encontró eco inmediato en otros pensadores contemporáneos, como Deleuze, Lyotard o Derrida[2]. Y con ello nos viene sugerida una nueva dificultad quizás insalvable, la de la inteligibilidad de la diferencia. Recordemos la vieja tradición parmenídea, conforme a la cual solo la identidad es realmente inteligible. Si tratamos de captar el quién, la persona, a través de la noción de diferencia, quizá nos condenamos a no entender a la persona, a no saber quién es cada cual y, en consecuencia, a la pérdida del sentido. Con todo, la cuestión es demasiado importante como para dejarla pasar sin una exploración más detenida: se trata de saber si es posible o no establecer razonablemente en plena postmodernidad el sentido de una vida humana.
Permítaseme, pues, trabajar sobre la noción de diferencia. Quizá, una vez reconsiderada, podamos emplearla para transitar desde la naturaleza humana, hasta la persona concreta, desde el quéhasta el quién. Quizá podamos hacerlo sin poner en riesgo la unidadde la persona, unidad aparentemente amenazada por una definición formulada en términos de tres diferencias. E incluso es posible que nuestro trabajo sobre la noción de diferencia acabe por mostrar que, en el fondo, y a su manera, también la diferencia, y no solo la identidad, resulta inteligible.