¿ Cuales son los desafios o retos que presenta la iglesia hoy en dia para anunciar el Evangelio, especialmente el mundo Juvenil?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Hola :), hay 6 desafíos.
Explicación:
El primer desafío que mencionaremos es el de ser pertinentes. Necesitamos básicamente volver al criterio que utilizaba Jesús cuando interactuaba con las personas. Conocía su problemática, sabía sus necesidades pero fundamentalmente se acercaba a ellos con un lenguaje claro, simple, que trasuntaba cercanía, proximidad. A los agricultores les hablaba sobre agricultura, a los pescadores sobre pesca, a los sembradores sobre siembra. A cada realidad y a cada contexto de manera integral les acercaba los valores del Reino. Muchas veces nos cuesta ser pertinentes, espiritualizamos todo incluso, nuestro discurso, nos volvemos lejanos, irreales, como si no tuviéramos interés por las personas y su realidad social.
El segundo desafío es el del compromiso. Una iglesia que realmente está comprometida con el Evangelio de Jesucristo es consciente de la necesidad de las personas y sus carencias, no sólo espirituales sino afectivas, económicas, laborales, sociales y familiares. Jesús se comprometió con las personas integralmente. Sanó a los enfermos, limpió a los leprosos, dio de comer a los hambrientos, revivió a los muertos, consoló a los que sufrían y perdonó a los pecadores. Un compromiso sin acción es indiferencia y una fe sin compromiso es simplemente religión.
El tercer desafío es el de ser exitosos a los ojos y con los parámetros de Dios. Gran parte de la iglesia actual se amoldó a los valores del mundo, a sus patrones, a sus esquemas a sus parámetros de éxito. Pensamos que son exitosos los ministerios grandes, los que movilizan gran cantidad de personas, los cultos vistosos, deslumbrantes, es lo que llamo “cultura de la plataforma”.
Esto sin duda es importante porque la iglesia está llamada a salvar a la mayor cantidad de personas posibles; no obstante, el éxito en sentido bíblico se mide por los frutos, por la exteriorización y encarnación de los valores de la cultura de Jesús (“haya pues el mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús”).
Somos exitosos cuando somos obedientes, cuando somos santos, cuando hacemos la voluntad del Padre, cuando amamos y tenemos misericordia, cuando hacemos y amamos justicia, cuando defendemos al pobre y a la viuda, cuando hacemos lo que Jesús haría en nuestra ciudad.
El cuarto desafío es el de ser la voz de los que no tienen voz. Dice el libro de Proverbios: “Habla a favor de los que no pueden hablar por sí mismos; garantiza justicia para todos los abatidos. Sí, habla a favor de los pobres e indefensos, y asegúrate de que se les haga justicia” (31:8-9- NTV). La iglesia fue llamada a defender y hacer justicia, proclamar el año agradable del Señor.
El Evangelio trajo dignidad a las personas, equiparó sus derechos, asistió a los necesitados y defendió a los menesterosos y viudas. La conceptualización de la justicia social no ha cambiado. Hoy tenemos el deber de alzar nuestra voz por lo que nos tienen voz, pero también de interceder y amar a todos, incluso a los que desean anular la voz de los demás.
El quinto desafío es el de saber comunicar adecuadamente el mensaje del Evangelio. Tenemos serios problemas para trasmitir el mensaje, si bien eso es fruto de una multiplicidad de factores, quizás los más importantes sean el aislamiento que la iglesia se autoimpuso del mundo por años, la falta de seguimiento del desarrollo social y tecnológico y fundamentalmente nuestra tendencia a la espiritualización del discurso pretendiendo que al mismo tiempo las personas logren descifrar nuestros códigos espirituales y bíblicos.
Debemos mejorar nuestra comunicación, ser más sintéticos, precisos, claros y atractivos en la comunicación, no como excusa para licuar el mensaje sino como facilitadores comunicacionales del Evangelio, a fin de que pueda llegar y ser entendido por todos.
El sexto y último desafío que quisiera desarrollar es el de saber formar a las próximas generaciones. La iglesia está comenzando a despertar de un largo letargo y reclusión. Estamos teniendo visibilidad pública y la ideología de género fue en última instancia, aunque nos pese, el instrumento que Dios permitió para unirnos y visibilizarnos. En este sentido no alcanza con enseñar, no es suficiente sentar nuestra posición, es menester alentar e inspirar a las próximas generaciones para que ellas ocupen lugares de preeminencia, estén donde hoy no estamos nosotros, se sienten en los lugares donde hoy no estamos accediendo.
Ese es nuestro deber: que las próximas generaciones nos superen en fruto y extensión del Reino de Dios.
Fuente:
Evangelio Digital
Espero que te ayude :)