Cuáles son los casos más sobresalientes sobre los juicios de residencia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En las Indias, esta institución, en sus primeras épocas, funcionó con toda seriedad, y aún con no poca de la crueldad y el rigor propios de aquellos tiempos, tal como le pasó a don Pedro de Heredia, quien en el segundo de los cuatro juicios a que fue sometido en el curso de su vida, no sólo sufrió confiscación de bienes, sino que fue aherrojado e incomunicado en una cárcel, junto con su hermano don Alonso, de donde ambos salieron, tullidas las piernas; y el arraigo era tan severo, que se dio el caso de un oidor, en el Perú, según cuenta el célebre tratadista Solórzano Pereira en su obra De jure Indiarum, que por haber embarcado para España, por no perder barco, un dían antes, un solo día antes de terminar el plazo para su residencia, se vio obligado a regresar a Lima, desde Cádiz, por orden del Consejo de Indias.
Explicación:
La Residencia era un juicio público, al que estaban sometidos todos los funcionarios, desde los virreyes hasta el último alcalde municipal, los cuales desde el momento de iniciarse el juicio quedaban temporalmente suspendidos en sus funciones, y residenciados , o sea arraigados, sin poderse mover de su capital jurisdiccional, y se componía de dos partes invariables:
la pesquisa secreta, y la pública. En la secreta, el juez interrogaba a los vecinos, cuantos podía, y durante la pública, recibía las denuncias de los particulares; por último, el acusado hacía su defensa, presentando testigos de descargos, etc., etc. Finalmente, el juez pronunciaba sentencia y absolvía o condenaba a los funcionarios, los cuales tenían derecho a pedir apelación al Consejo de Indias.
En las Indias, esta institución, en sus primeras épocas, funcionó con toda seriedad, y aún con no poca de la crueldad y el rigor propios de aquellos tiempos, tal como le pasó a don Pedro de Heredia, quien en el segundo de los cuatro juicios a que fue sometido en el curso de su vida, no sólo sufrió confiscación de bienes, sino que fue aherrojado e incomunicado en una cárcel, junto con su hermano don Alonso, de donde ambos salieron, tullidas las piernas; y el arraigo era tan severo, que se dio el caso de un oidor, en el Perú, según cuenta el célebre tratadista Solórzano Pereira en su obra De jure Indiarum, que por haber embarcado para España, por no perder barco, un dían antes, un solo día antes de terminar el plazo para su residencia, se vio obligado a regresar a Lima, desde Cádiz, por orden del Consejo de Indias .
Este juicio, como se ve, no era propiamente una farsa, sino algo muy, pero muy serio. Y tanto, que según se ha podido saber, la famosa reclusión y entrada en religión del famoso Virrey Solís al término de su mandato, no fue tanto el fruto de un súbito arrepentimiento de sus pecados y mundanidades, sino el pavor que le entró cuando se enteró de la muerte del Rey Fernando VI, su amigo, protector, y compañero de juergas, y del Juicio de Residencia que veía venírsele encima, sin contar ya con el favor real. Esta institución hispánica, tan interesante y tan útil porque la sola perspectiva de rendir cuentas necesariamente tenía que hacer precavidos a los funcionarios, la tiró la república por la ventana. Con las consecuencias que conocemos. Todos los funcionarios públicos, de arriba abajo, en la gran pirámide burocrática, dan cada manotazo al erario que clama al cielo. O disponen de los bienes públicos sin rubor ni responsabilidad, o los despilfarran, o afrentan y exhiben a nombre de la Nación ante el mundo, como acaba de pasar, y nada les sucede.
-El tiempo